domingo, 17 de agosto de 2014

Dibujos de Juan G. Feliciano

Una muestra de mis dibujos.

He desarrollado estos dibujos con varias aplicaciones de fotografía que he bajado al iPad. También he utilizado un programa para añadir textos a los dibujos.  Espero que los disfruten.  Si deseas ver mas, déjame un comentario.




































miércoles, 6 de agosto de 2014

EL ENCUENTRO DE JESÚS CON UNA MADRE EXTRANJERA

Texto: Evangelio según Marcos 7:24-30
Y partiendo de allí, se fue a la región de Tiro, y entrando en una casa quería que nadie lo supiese, pero no logró pasar inadvertido, sino que, en seguida, habiendo oído hablar de él una mujer, cuya hija estaba poseída de un espíritu inmundo, vino y se postró a sus pies. Esta mujer era griega, sirofenicia de nacimiento, y le rogaba que expulsara de su hija al demonio. Él le decía: «Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.» Pero ella le respondió: «Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.» Él, entonces, le dijo: «Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.» Volvió a su casa y encontró que la niña estaba echada en la cama y que el demonio se había ido.
Reflexión

En la lectura del Evangelio, vemos cómo Jesús atiende a una madre extrajera de otra raza y de otra religión, lo cual estaba prohibido por la ley religiosa de aquella época. Inicialmente, Jesús no quería atenderle, pero la mujer insistió y consiguió lo que quería: la sanidad de la hija.
Jesús trata de abrir la mentalidad de los discípulos y de la gente más allá de la visión tradicional. En la multiplicación de los panes, había insistido en el compartir (Mc 6:30-44). En la discusión sobre lo que es puro e impuro, había declarado puros todos los alimentos (Mc 7:1-23). Ahora, en este episodio de la Mujer Cananea, supera las fronteras del territorio nacional y acoge a una mujer extranjera que no pertenece al pueblo y con la que estaba prohibido conversar. Estas iniciativas de Jesús, nacidas de su experiencia de Dios como Padre, eran extrañas para la mentalidad de la gente de la época. Jesús ayuda a la gente a abrir su manera de experimentar a Dios en la vida.
En Marcos 7:24 Jesús sale del territorio. En Mc 7:14-23 y en Mc 7:1-13, Jesús había criticado la incoherencia de la “Tradición de los Antiguos” (la religión) y había ayudado a la gente y a los discípulos a salir de la prisión de las leyes de “la pureza.”  Aquí, en Mc 7:24, sale de Galilea. Parece querer salir de la prisión del territorio y de la raza. Está en el extranjero, y parece que no quiere ser conocido. Pero su fama había llegado antes que él. La gente sabe y le busca. 
1.         JESÚS QUIERE ENSEÑARLE A SUS DISCÍPULOS A SALIR DE LOS RITOS, DE LAS REGLAS, DE LA FE TOXICA DE LA RELIGIÓN QUE LIMITA A DIOS. ¡PARA DIOS NO HAY ACEPCIÓN DE PERSONAS! ¡TU ERES IMPORTANTE PARA DIOS!
2.         ADEMÁS, EL TEXTO NOS DICE QUE LA FAMA DE JESÚS LE ANTECEDIÓ Y NO PUDO PASAR “DESAPERCIBIDO”. ¿CUÁL FAMA? EL JESÚS QUE ALIMENTA, QUE LIBERTA, QUE ACOMPAÑA, QUE BENDICE, QUE SANA, ETC.
En Marcos 7.25-26 se describe la siguiente situación: Una mujer llega cerca y empieza a pedir por la hija enferma. Marcos dice explícitamente que era de otra raza y de otra religión. Esto es, era pagana. Ella se lanza a los pies de Jesús y empieza a suplicar para que cure a su hija poseída por un espíritu impuro. Los paganos no tenían problema en recorrer a Jesús. Los judíos ¡sí que tenían problemas en convivir con los paganos!

En Marcos 7.27 se da la respuesta de Jesús. Fiel a las normas de su religión, Jesús dice que no conviene tirar el pan de los hijos y darlo a los cachorros (“los perrillos”). Frase dura. La comparación está sacada de la vida familiar. Hasta hoy, niños y cachorros es lo que más hay en los barrios pobres. Jesús afirma una cosa que es cierta: ninguna madre saca el pan de la boca de los hijos para darlo a los cachorros. En este caso, los hijos eran los judíos y los cachorros, los paganos. En la época del AT, por causa de la rivalidad entre los pueblos, un pueblo acostumbraba llamar a otro “cachorro” (1 Sam 17:43). En los otros evangelios Jesús explica el porqué de su rechazo: “No fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mt 15:24). Es decir: “El Padre no quiere que yo me ocupe de esta mujer.” PERO, 
En Marcos 7:28 se ofrece la reacción de la mujer. Ella concuerda con Jesús, pero amplía la comparación y la aplica a su caso: “Sí, Señor; que también los perritos comen bajo la mesa migajas de los niños.” Es como si dijera: “Si soy perrito, entonces tengo los derechos de los perritos, es decir, ¡Las migajas me pertenecen!” (¡OJO! ¡ESTA MADRE ESTÁ RECLAMANDO LO QUE ES SUYO!) Ella sencillamente sacó las conclusiones de la parábola que Jesús contó y, mostró que, hasta en la casa de Jesús, los perritos comían las migajas que caían de la mesa de los niños. Y “en la casa del Amigo Jesús”, esto es, en la Iglesia, la comunidad cristiana, la multiplicación del pan para los hijos fue tan abundante que estaban sobrando doce cestos (Mc 6:42) para los “cachorros”, esto es, para ella, ¡para los paganos!
Finalmente, en Marcos 7:29-30 se ofrece la reacción de Jesús: “Por lo que has dicho, vete; el demonio ha salido de tu hija.” En los otros evangelios se explica: “¡Grande es tu fe! ¡Que se cumpla tu deseo!” (Mt 15:28). Si Jesús atiende la súplica de la mujer es porque comprende que, ahora, el Padre quiere que ÉL escuche su petición. Este episodio ayuda a percibir algo del misterio que envolvía a la persona de Jesús y como él convivía con el Padre ( y de cómo debemos nosotros(as) convivir con nuestro Padre Celestial). Para Jesús, nuestro Maestro, era observando las reacciones de las personas y las actitudes de las personas, que se descubre la voluntad del Padre en los acontecimientos de la vida. La actitud de la mujer abre un nuevo horizonte en la vida de Jesús. A través de ella, él descubre mejor que el proyecto del Padre es para todos los que buscan la vida y quieren liberarse de las cadenas que aprisionan su energía. Así, a lo largo de las páginas del evangelio de Marcos, hay una apertura creciente hacia los demás pueblos. De este modo, Marcos lleva a los lectores y a las lectoras a abrirse, poco a poco, a la realidad del mundo de alrededor y a superar ideas preconcebidas que impiden la convivencia pacífica entre la gente. Esta apertura hacia los paganos aparece de forma muy clara en la orden final que Jesús da a los discípulos, después de su resurrección: ”Id por el mundo, proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16:15).
LLAMADO
Jesús está pasando por tu ciudad. ¿Vas a perder esta oportunidad de hablar con EL? Haz como aquella madre que vino a los pies de Jesús a implorar por su hija endemoniada. Tuvo fe. Sencilla. Llana. Sin miedo. Se acercó, se humilló y pidió y habló con Jesús y creyó y obedeció y vio lo que Jesús le prometió: vio a su hija sana. Eso era lo que ella quería. Y lo recibió porque se acercó a Jesús, con todo y ser extranjera, extraña, de otra religión y cultura; se acercó, pidió y hasta argumentó con Jesús. Luego, creyó, obedeció y encontró a su hija sana, libre.  ¡Aleluya!  Tu y yo podemos hacer lo mismo. Igualito. Ven.  ¡Creámosle a Dios hoy!

domingo, 29 de junio de 2014

Sermón “La Orquesta de Dios”

Salmo 1331 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.

S. Juan 121 Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. 2 Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. 3 Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. 4 Sin embargo, Judas Iscariote, el discípulo que pronto lo traicionaría, dijo: 5 «Ese perfume valía el salario de un año. Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres». 6 No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él. 7 Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro. 8 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán». 9 Cuando todos los habitantes de esa región se enteraron de que Jesús había llegado, corrieron en masa para verlo a él y también a Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado de los muertos.10 Entonces los principales sacerdotes decidieron matar a Lázaro también, 11 ya que, por causa de él, muchos los habían abandonado a ellos y ahora creían en Jesús. (Nueva Traducción Viviente, NTV)
INTRODUCCION.

Armonía: (Del lat. “harmonia”, y éste del gr. “ajustamiento”, “combinación”).
1. f. Unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes.
2. f. Bien concertada y grata variedad de sonidos, medidas y pausas que resulta en la prosa o en el verso por la feliz combinación de las sílabas, voces y cláusulas empleadas en él.
3. f. Conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras.
4. f. Amistad y buena correspondencia.
5. f. Mús. Arte de formar y enlazar los acordes.

En cualquier banda, agrupación, orquesta, grupo de música, existen distintos instrumentos, voces, sonidos. Cada persona, miembro del grupo, del equipo, debe cumplir con su responsabilidad de tocar, cantar o hacer el ruido que le corresponda. A esto le llaman los músicos, “ARMONÍA.” Para que una canción, una orquesta, una agrupación, un equipo suene bien, es necesario que haya “armonía”. ¿Amén? ¡Amén!

Si la trompeta suena muy fuerte, crea un problema; si el tambor suena fuera de tiempo, crea un problema; si la voz de alguien sobresale, se crea un problema; si el piano no toca en el mismo tono que la guitarra, probablemente se oiga mal. Yo no sé nada de música, pero puedo intuir que si no hay armonía, no hay buena música. Lo mismo pasa con cualquier grupo de trabajo o equipo, o ministerio. Si no se trabaja en armonía, no se logran los objetivos o metas trazadas o deseadas. ¿Amén? ¡Amén!
Es fácil darle al tambor con un palito, lo difícil es hacerlo con el ritmo indicado. ¿Amén? ¿Me siguen? ¿Estoy hablando claro? Es fácil oprimir las teclas del piano o teclado, lo difícil es que las teclas que se oprimen sean las indicadas en el momento indicado, con la intensidad indicada. ¿Algún Amén en la Casa de Papá?
Lo importante, lo fundamental, lo crítico, lo de gran importancia es tocar con armonía; remar en la misma dirección y con el mismo ritmo; empujar todos(as) a la vez para avanzar y alcanzar aquello para lo cual hemos sido llamados. ¡Ahora, si! ¿Amén? Si unos empujan en una dirección y otros en otra, no podemos avanzar. La Biblia dice que hay que ponerse de acuerdo (Amós 3:3 “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”) La Biblia dice que hay que estar en armonía con DIOS, en comunión los unos con los otros. ¿Amén? En la Orquesta de DIOS todos(as) tenemos un instrumento, un talento, un llamado, una función, una destreza, unos recursos, unos tesoros, unas oportunidades para servir en el Nombre del Señor. ¿Amén? Si tocamos en esta Orquesta, tenemos que armonizar; tenemos que colaborar. Repito: COLABORAR. Cada uno(a) con su aportación, al ritmo de la Orquesta de DIOS, tocando, actuando, trabajando, sirviendo al mismo Señor. ¿Amén? ¡Amén!
Les voy a contar un secreto: en esta Orquesta, la flauta necesita el ritmo y el ímpetu del tambor; el tambor necesita la suavidad de la flauta; el teclado necesita el acompañamiento del tambor; la guitarra necesita la modulación del piano; las voces necesitan el tono adecuado; y así sucesivamente. ¿Me entienden? La palabra clave es NECESITA. ¿Amén? ¡Para que haya armonía en la Orquesta de DIOS nos necesitamos unos a otros! ¡Upps! ¡No hay opción! REPITO: ¡Para que haya armonía en la Orquesta de DIOS nos necesitamos unos a otros! ¡Aleluya!

Necesidad. No es una opción; no es una preferencia, no es una idea, una abstracción filosófica, un concepto teológico. NO se trata de miseria, ni de insuficiencia, ni de pobreza, ni de aprieto. No se trata de fatalidad, ni de suerte. ¡SE TRATA DE PRECISION, DE REQUISITO! Sin la participación de cada uno de los componentes de la Orquesta de DIOS ¡NO HAY ARMONIA! ¡NO HAY MUSICA! Lo que hay es alboroto. ¿Comprende? ¿Capish? ¿Do you understand me? ¡Hello! ¡Para que haya armonía en la Orquesta de DIOS nos necesitamos unos a otros!

Cuando hablamos de que cada miembro del Cuerpo de Cristo, de la Orquesta de Dios NECESITA A LOS DEMAS, queremos decir que para que se cumpla el Propósito de DIOS en nuestras vidas y a través de nuestras vidas, es un requisito, una obligación, una exigencia que haya ARMONIA entre nosotros(as). ¿Amén?
Cada uno de nosotros(as) puede hacer música por su cuenta, pero JUNTOS hacemos LA OBRA DE DIOS. Cada uno puede construir una casa, un jardín, un edificio, una empresa, pero JUNTOS forjamos LA OBRA DE DIOS. Juntos, construimos el Reino de DIOS en la Tierra. ¿Habrá algún Amén en la Casa de Papá hoy? ¿Habrá alguien escuchando la Voz de DIOS? Yo digo ¡Amén!
Amados(as): Escuchen bien: ¡Nosotros(as) nos necesitamos los unos a los otros! ¡Nos necesitamos los unos a los otros! Si no, no habrá armonía, no habrá música que adora apasionadamente a DIOS. Podremos hacer mucha bulla, mucho alboroto, mucho ruido; pero, si no entendemos que nos necesitamos los unos a los otros para hacer la Obra de DIOS, solo seremos como címbalos resonantes (platillos que hacen alboroto.) ¿Amén? ¡Amén! Aunque no nos guste la ropa, el color de la piel, la forma de hablar, la aspereza del trato, la forma de adorar, ¡NOS NECESITAMOS LOS UNOS A LOS OTROS PARA PODER SER LA ORQUESTA DE DIOS Y REFLEJAR LA ARMONIA QUE DIOS ESPERA!
No todos tocamos los mismos instrumentos en la Orquesta de DIOS. Unos discípulos son calladitos, otros son alborotosos; unos producen un sonido suave, otros tiene que hablar duro; unos son fuertes, otros son débiles, unos van al frente alzando la bandera de Jesucristo, otros van atrás marchando en la caravana de Jesús, acompañando a los demás. PERO CADA UNO TIENE SU LUGAR EN LA MESA DEL SEÑOR. Cada uno tiene un espacio reservado, comprado a precio de sangre y de muerte por Jesús. Cada uno de nosotros(as) tiene su lugar en esta Casa. Algunos tocan el tambor, otros la pandereta, otros la flauta, otros la trompeta.
Así ocurrió con Marta, María y Lázaro. Ellos eran para Jesús como su familia (¡Igual que tú y yo!) Después que Jesús resucitó a Lázaro, ellos decidieron ofrecerle una cena a Jesús. Decidieron honrar a Jesús con una cena en Su Nombre. No discutieron por el sitio de honor. No se ofendieron por las habilidades y talentos del otro. No trataron de echarse a un lado el uno del otro. Los tres trabajaron con un solo propósito: honrar a Jesús. Cada uno lo hizo con su propio estilo. Marta sirvió siempre manteniendo el paso, el ritmo de la cena. María adoró; ungió al Señor con un regalo muy especial y su aroma llenó todo el ambiente. Lázaro tenía una historia que contar y estuvo listo para hacerlo.

Tres personas, cada una con sus talentos y habilidades y personalidades y temperamentos y cualidades distintas, diferentes. Pero cada una con idéntico valor. ¿Oyó bien? Con idéntico valor. Los tres se necesitaban el uno al otro. ¿Podría esta familia existir sin alguno de los tres? Pensemos un momento en La Palabra de DIOS.
Juan 12:1 Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. 2 Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. 3 Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. 4 Sin embargo, Judas Iscariote, el discípulo que pronto lo traicionaría, dijo: 5 «Ese perfume valía el salario de un año.[c] Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres». 6 No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él. 7 Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro. 8 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán». 9 Cuando todos los habitantes de esa región se enteraron de que Jesús había llegado, corrieron en masa para verlo a él y también a Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado de los muertos.10 Entonces los principales sacerdotes decidieron matar a Lázaro también, 11 ya que, por causa de él, muchos los habían abandonado a ellos y ahora creían en Jesús. (Nueva Traducción Viviente, NTV)


¿Podríamos nosotros(as) existir hoy en día sin uno de los tres?
Cada iglesia necesita a una Marta. Mejor dio: cada iglesia necesita a cientos de Martas. Gente dispuesta a trabajar. Gente que mantiene el ritmo de la Orquesta de DIOS. Gracias a las Martas de la iglesia, el presupuesto se mantiene balanceado, los bebés son atendidos, se mantienen los edificios, etc. Las Martas no se aprecian sino hasta que se van, y entonces todas las Marías y los Lázaros andan desesperados buscando las llaves, los proyectores, los “beepers,” etc.
Las Martas son las hormiguitas incansables de la iglesia. Se mantienen moviéndose, moviéndose, moviéndose. Almacenan fuerzas, así como el camello almacena agua. Como no buscan los reflectores, no les preocupan los aplausos. Eso no significa que no los necesiten. Simplemente, no son adictas a ellos. {Pedir Aplausos para las Martas de la Iglesia.}
Las Martas tienen una misión y están enfocadas en cumplir esa misión: SERVIR. En una ocasión esta Marta se quejó de que su hermana no le ayudaba y Jesús le aconsejó amablemente. No la regañó, sino que le aconsejó a no afanarse y a darse cuenta de que en la Orquesta de DIOS hay otros instrumentos que tienen que sonar armónicamente. ¿Amén?
En este pasaje de S. Juan 12, que ocurre después de la resurrección de su hermano Lázaro, no escuchamos a Marta quejarse. Esta mansa, enfocada, centrada, encaminada y dispuesta a cumplir con su misión de servir. Ella entiende que su misión es honrar a Jesús.
Ahora les pregunto: ¿Está María en la cocina? No. María está tocando la flauta para Jesús. Está adorando porque eso es lo que ella prefiere hacer. Esta vez Marta no se queja. Ha aprendido que hay un lugar para alabar y adorar y eso, lo hace María.

¿Cuál es entonces la parte de María en esta cena? María trae un frasco de perfume carísimo, lo derrama a los pies de Jesús y, luego, le seca los pies con su cabello. Wow! ¡El aroma del perfume llena la casa, de la misma manera que el sonido de la alabanza llena la iglesia! ¿Amén? Esto fue un acto de generosidad extravagante. ¡Aleluya! En el Reino de DIOS hay un lugar para el servicio sacrificial, arriesgado y hay también un lugar para la adoración apasionada. ¡Aleluya!
Las Marías tienen el don de la alabanza. No solo cantan, adoran. No simplemente asisten a la iglesia, vienen para ofrecer alabanza a DIOS. No solo hablan de Cristo, sino que irradian, esparcen el suave aroma de Cristo en medio de la alabanza. ¡Aleluya!
Las Marías tienen un pie en el cielo y el otro en las nubes. No es fácil para ellas bajar a la tierra, pero a veces necesitan hacerlo. A veces necesitan que se les recuerde que hay cuentas que pagar y clases que ensenar. Pero no se les puede recordar esto con aspereza, sino con ternura. Las flautas son frágiles. Las Marías son almas preciosas con corazones delicados. Si han encontrado un lugar a los pies de Jesús, no se les puede pedir que lo dejen. Es mucho mejor pedirles que oren por nosotros(as). Son las personas a las que uno acude cuando está en necesidad, pasando por algún momento difícil. “¿Podrías orar por mi? ¿Podrías ponerme en tu lista de oración?”

Cada iglesia necesita desesperadamente algunas Marías; muchas Marías. Las necesitamos para que oren por nuestros hijos. Las necesitamos para que pongan pasión en nuestra adoración. Las necesitamos para que escriban canciones de alabanza y canten himnos de gloria para el Señor. Las necesitamos para que se arrodillen, lloren, clamen, para que levanten sus manos y oren por nosotros(as). Las necesitamos porque tendemos a olvidarnos lo mucho que DIOS ama la adoración. Las Marías no lo olvidan jamás. Saben que DIOS quiere que le conozcan como un Padre. Saben que no hay cosa que le guste más a un padre que tener a sus hijos(as) a sus pies y pasar tiempo con ellos.
Las Marías son buenas en eso. Ellas saben que el servicio es adoración y la adoración servicio. Se necesitan Martas y Marías; muchas, en la iglesia.
¿Y Lázaro? Lázaro necesita recordar que no todos pueden tocar la trompeta.

Hasta donde sabemos, Lázaro no hizo nada en la cena. Dejó su acción para fuera de la casa. Recuerdan: (Jn. 12)
9 Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. 10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, 11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
¿Qué les parece? Por Lázaro “muchos judíos creían en Jesús.” A Lázaro se le ha dado una trompeta. Tiene un testimonio que dar, ¡Y qué testimonio! ¡Muerto cuatro días y resucitado! Quedó frío. Tieso. Sin vida. Sin aliento. Lo enterraron. Colocaron una piedra para tapar su sepulcro, su tumba. PERO, estando allí escuchó la Voz de Jesús que le llamó por su nombre: “Lázaro, sal fuera.” Entonces su corazón latió, su alma se conmovió, regresó la vida. Ahora Lázaro nos dice, con su trompeta fuerte: ¡Jesús puede hacer lo mismo con ustedes HOY!
DIOS le dio a Marta un tambor para llevar el ritmo. DIOS le dio a María una flauta de alabanza. DIOS le dio a Lázaro una trompeta y se paró en medio del escenario y la tocó fuerte.

DIOS sigue dando trompetas. DIOS sigue llamando a la gente de la muerte a la vida. ¿Amén? DIOS sigue dando testimonios del tipo de Lázaro, increíbles. ¿Amén? Pero no todos tenemos testimonios tan dramáticos. Si solo tocaran las trompetas, la orquesta se escucharía mal.
Algunos testimonios convierten a los perdidos; algunos animan a los que ya son salvos; algunos mantienen el movimiento; PERO, todos, son necesarios. {NECESIDAD}
Si DIOS te ha llamado a ser una Marta, ¡SIRVE! Recuerda a los demás que dar alimento al pobre es evangelizar y que cuidar a los enfermos es adorar.
Si DIOS te ha llamado a ser una María, ¡ALABA! Recuerda a los demás que no tenemos que estar ocupados para ser santos. Influye en nosotros(as) tu ejemplo para que nos despojemos de nuestras libretas de anotaciones, nuestras agendas cargadas, nuestra programación, nuestros megáfonos, nuestros Facebooks, Tweeter, Instagram, Text Messages y aprendamos a estar QUIETOS en la adoración apasionada a DIOS. Enséñanos a soltar el reloj de la prisa y las preocupaciones para entrar en la adoración apasionada a DIOS.
Si DIOS te ha llamado a ser un Lázaro ¡TESTIFICA! Recuerda a demás que también tenemos una historia que contar; que también tenemos vecinos perdidos; que también estábamos muertos y fuimos resucitados. ¡Aleluya!
Cada uno de nosotros(as) tiene un lugar en la Mesa. Como Marta, hay quienes dan su tiempo para servir. Hay quienes, como María, dan su tiempo para alabar. Hay quienes, como Lázaro, dan su tiempo para testificar.

Si eres Marta, cobra fuerzas hoy. DIOS ve tu servicio.
Si eres una María, anímate. DIOS recibe tu adoración.
Si eres un Lázaro, sé fuerte. DIOS honra tu convicción.
¿Amén? ¡Amén!





martes, 6 de mayo de 2014

Y tú, ¿eres de los que dan o de los que piden?

Casi siempre nuestra vida gira en torno a lo que recibimos.  Si vamos al templo decimos “hoy voy a recibir lo que Dios tiene para mí.”  Siempre andamos a la expectativa de recibir de Dios de una forma u otra, pero pocas veces meditamos en la exhortación de dar que enseña La Palabra de DIOS.

Hechos 20:35: En todo os mostré que así, trabajando, debéis ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir.”

Y en muchos textos la escritura declara que “así como damos, recibimos”, que “el alma generosa será prosperada”, que “el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará”. Casi siempre asociamos estos textos con cuestiones materiales, pero esto es válido en todos los sentidos.   Leamos la siguiente historia para que nos demos cuenta de esta realidad:


1Y cierto día Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, la de la oración. 2Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo. 3Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna. 4Entonces Pedro, junto con Juan, fijando su vista en él, le dijo: ¡Míranos! 5Y él los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos. 6Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, más lo que tengo, te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda! 7Y asiéndolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza, 8y de un salto se puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios. (Hechos 3:1-8)

En esta historia podemos ver dos tipos de cristianos de hoy día, “los que piden” y “los que dan”.   Notemos los siguientes puntos importantes:

  1. El cojo estaba a la puerta del templo, pedía limosna a los hombres.
  2. Pedro lo levantó tomándolo de la mano, y el cojo dejó de serlo y entró al templo alabando y glorificando a Dios.
                                                                    
Aplicación.  El que es cojo espiritualmente, siempre anda pidiendo.  Este hombre era cojo y no caminaba bien, hablando espiritualmente.  Su caminar en el evangelio era inconstante: unas veces bien, otras no; unas veces en victoria, otras en derrota; unas veces caliente, otras veces frío. En resumen, este hombre era tibio, sin un testimonio definido para DIOS.

Notemos, además, que este hombre estaba a la orilla de la puerta.  Jesús declaró en Juan 10:9 Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo (o estará seguro); y entrará y saldrá y hallará pasto (encontrará provisión.)  Quiere decir que este hombre cojo no tenía una relación verdadera con Jesús.  No lo conocía realmente y por eso no confiaba en que Dios proveería.  Sin embargo, la realidad es que en la medida que conoces a Dios empiezas a confiar en ÉL y en la medida que confías en ÉL, se hace manifiesto.  


Este hombre cojo no andaba buscando primero a Dios sino que tenía puestos sus ojos en los hombres.  Este cojo es figura de aquel cristiano que anda por la orilla en el camino de Dios y que al no tener una relación personal con Jesús, siempre anda buscando ayuda de los hombres y no de Dios.  Anda temeroso de las situaciones diarias y, cuando viene una prueba económica, flaquea su fe y entonces empieza a cojear en su camino como cristiano.

En contraposición, Pedro y Juan dan testimonio de su relación íntima con Cristo.  Dice el refrán: “Nadie puede dar lo que no tiene” o “Uno solo puede dar de lo que tiene.”  Vemos a Pedro y a Juan, que “andaban sin dinero”, pero tomaron al cojo de la mano y le dieron lo que tenían. ¿Qué tenían Pedro y Juan? Tenían una relación personal con Dios, confiaban plenamente en la provisión de Dios y por eso tuvieron la fortaleza para decirle al cojo: “ven; deja ya de estar a la orilla e ingresa a una relación personal con DIOS; ÉL te afirmará y te proveerá todo lo que necesitas, pero primero hay que buscar su reino y su justicia”.  Es decir, Pedro y Juan le ofrecieron vida a este hombre; una vida que no consiste en cosas materiales sino en una intimidad con Dios.

Aquí debemos aclarar lo siguiente, Dios espera que des lo que tienes, no lo que no tienes.  Pedro y Juan no dieron dinero porque no tenían dinero, pero, le dieron “el verdadero evangelio,” donde se vive por fe, la nueva vida en Cristo Jesús.

Lo que Pedro le dio fue un testimonio real del Amor de Cristo. Una experiencia con el Señor es mejor que darle dinero, porque el dinero se le hubiera terminado pero una experiencia queda plasmada en nuestra vida para siempre.  La función principal que debemos realizar es testificar de Cristo y su resurrección, de su muerte por amor.  Debe ser un testimonio que está basado en experiencias reales con el Señor Jesucristo.  Recordemos que cuando el Señor se fue, les dijo a sus discípulos “…me seréis testigos…”  Por lo tanto, debemos dar testimonio de la vida en Cristo, de nuestra fe en ÉL.

Pedro y Juan son figura de los cristianos que dan en vez de pedir, porque confían en que Dios suplirá.

Resumen.  El cojo estaba pasando por un desierto y en vez de buscar el reino de Dios y su justicia, andaba buscando las añadiduras.  Andaba detrás de hombres para resolver sus problemas en vez de ir donde el Dueño del oro y de la plata, de la tierra y su plenitud.  El cojo andaba así por no conocer a Dios y estar en este camino a medias, por la orilla.  Esto hizo que anduviera limosneando a los hombres en vez de estar confiando en el Señor de la Vida.

Pedro, como un verdadero cristiano, ayudó a afirmar el caminar del hombre cojo.  Le dio un testimonio del amor de Dios.  Entonces el hombre cojo recibió fortaleza, fe y se afianzó en el camino de Dios.  El cojo sano comenzó a alabar y a glorificar a Dios aunque no recibió dinero en ese momento. Había recibido mucho más que eso, había recibido sanidad y fe para creerle a Dios.  Así, pudo confiar en que Dios no lo abandonaría y se dio cuenta que es más bienaventurado dar que recibir.

Reflexión
¿Qué tipo de cristiano eres?  ¿Tú, eres de los que das o de los que piden?  ¿Tú, confías en Dios o andas buscando ayuda en los hombres?   Recuerda que dar es en todo sentido, en lo material y espiritual.  Dios demanda que des lo que tienes y no lo que no tienes.  Pero siempre que des, da con alegría sabiendo que es mejor dar, que recibir y que así como das, recibirás.

El Amor se manifiesta dando.  ¿Recuerdas lo que dijo Jesús? “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito…”.

lunes, 21 de abril de 2014

La Resurrección

San Lucas 24 Nueva Traducción Viviente (NTV) 
1 El domingo, muy temprano por la mañana, las mujeres fueron a la tumba, llevando las especias que habían preparado. 2 Encontraron que la piedra de la entrada estaba corrida a un costado. 3 Entonces entraron, pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Mientras estaban allí perplejas, de pronto aparecieron dos hombres vestidos con vestiduras resplandecientes. 5 Las mujeres quedaron aterradas y se inclinaron rostro en tierra. Entonces los hombres preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos a alguien que está vivo? 6 ¡Él no está aquí! ¡Ha resucitado! Recuerden lo que les dijo en Galilea, 7 que el Hijo del Hombre[b] debía ser traicionado y entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y que resucitaría al tercer día.” 8 Entonces ellas recordaron lo que Jesús había dicho. 9 Así que regresaron corriendo de la tumba a contarles a los once discípulos y a todos los demás lo que había sucedido. 10 Fueron María Magdalena, Juana, María la madre de Santiago y varias mujeres más quienes contaron a los apóstoles lo que pasó. 11 Pero a los hombres el relato les pareció una tontería, y no les creyeron. 12 Sin embargo, Pedro se levantó de un salto y corrió a la tumba para ver por sí mismo. Agachándose, miró hacia adentro y vio sólo los lienzos de lino, vacíos; luego regresó a la casa, preguntándose qué habría ocurrido.

Introducción.

La Resurrección está relacionada con "regreso," con regresar, con retorno. Si, es cierto, también está relacionado con revivir, resurgir, renacer, etc. Pero hoy quisiera compartir con ustedes la relación entre resurrección y regreso.

Ese domingo, Jesús regresa de la muerte. Luego de su pasión, muerte y entierro, Jesús estuvo predicando a los muertos. Era parte del Plan de Dios. Era necesario. Al terminar esa otra etapa del Plan, Jesús regresó a la vida, al mundo natural, a la Tierra, por algunos días más, para completar lo que faltaba. Es decir, para dar las últimas instrucciones a los discípulos sobre la gran comisión que nos dejaba en la Tierra.

Ese domingo, las mujeres regresaron a donde lo había sepultado, a la cueva, a la tumba. Pero la encontraron vacía. Entonces regresaron a donde estaban los discípulos para contarles lo que les había dicho el ángel: "No está aquí, ha resucitado, ha regresado como lo había dicho."

Ese domingo, también los discípulos habían regresado al Aposento Alto. Uno a uno, habían regresado. Abochornados, apenados, arrepentidos de haber abandonado al Señor, de haberlo traicionado, de haberle fallado. Cuando más les necesitó, ellos habían huido, despavoridos, asustados. 

Pero, uno a uno, los discípulos regresaron a la Casa, a la iglesia, al Aposento Alto. Regresaron al mismo lugar donde habían celebrado la Última Cena con el Señor. De sus escondites, regresaron. De sus quebrantos, regresaron. Allí todavía había el calor humano, la esperanza del acogimiento de la comunidad. Allí todavía se percibía el suave aroma de Cristo, el perfume, la fragancia, el olor del Pan y el Vino. Allí esperaban encontrar aliento, perdón (?), esperanza, acompañamiento. Uno a uno, regresaron a la casa del Señor...

Ese domingo también hubo algunos discípulos que regresaron a sus pueblos de origen. Regresaban a sus hogares familiares, asustados, atemorizados de que, igual que habían matado a Jesús, los podían matar a ellos. Estaban tristes, asustados. habían perdido la esperanza y la fe. Ya habían pasado tres días y no había resucitado. Y regresaron derrotados a sus hogares.

Iban de camino a su aldea, Emaús. Dos discípulos, Cleofas y el discípulo desconocido. Iban hablando por el camino, derrotados, cansados. Entonces, se les unió Jesús, el CRISTO resucitado, el que había regresado de la muerte, pero ellos no lo reconocieron. Entonces, Jesús, el Cristo, les abrió Las Escrituras y les explicó lo que había pasado. 

Cuando llegaron a la aldea de Emaús, Jesús, hizo como que iba a seguir de camino, pero los dos discípulos, sin saber Quién era, le pidieron que se quedara y le ofrecieron comida y alojamiento al Señor. Entonces, ocurre algo espectacular. Dice la Sagrada Escritura, que cuando Jesús tomó el pan y lo partió, los discípulos RECONOCIERON Quién era. Al instante, Jesús desapareció de su vista y se esfumó.

Ese mismo domingo, aquellos dos discípulos, Cleofas y el discípulo desconocido, regresaron a Jerusalén a contarle a los demás lo que les había pasado. Y regresaron al Aposento Alto. allí encontraron a los demás discípulos reunidos. Solo habían rumores de que Jesús había resucitado. Ellos podían dar fe, testimonio, de que en verdad Jesús había regresado y que ellos los habían visto con sus ojos. Entonces, de repente, se oyeron unos pasos y los discípulos se pusieron tensos, esperando que alguien abriese la puerta del Aposento Alto. Pero nadie entró por la puerta... Jesús hizo una entrada espectacular, sorprendente: Jesús atravesó la pared y entró al Aposento Alto con el mensaje de la Paz. "Paz a vosotros." En otras palabras: "Estén tranquilos, YO les perdono."

Si, aquel domingo, Jesús regresó para iniciar el principio del final o finalizar lo que había comenzado, el principio de la Iglesia, el principio de la misión de Dios que nos corresponde a nosotros(as) continuar aquí, donde estamos, entre los vecinos con los cuales convivimos, nuestro "prójimo." Si, Jesús regresó para dejar las instrucciones finales que habrían de guiar nuestro Caminar con Jesús, la Gran Comisión, los detalles y revelación del Propósito de Dios para Su Pueblo, Su Iglesia, "los llamados(as) a servir."

Ahora, nos corresponde a nosotros(as) regresar a la Casa de Papá, a la Iglesia, al Cuerpo de Cristo. Nos corresponde entrenarnos, equiparnos, capacitarnos, disciplinarnos, someternos a la autoridad que Dios ha dispuesto, a la iluminación y guía del Espíritu Santo, a la investidura de Su Poder sobre nosotros(as) para poder ser testigos de Su Esperanza, de Su Salvación, de Su Gozo, de Su Paz; para que los que nos tienen esperanza, ni salvación, ni gozo, ni paz, la encuentren en Jesús, el Cristo de la Gloria y sus vidas sean transformadas como fueron las nuestras y el mundo sepa Quién es "el que regresó de la muerte para traer vida abundante y vida eterna." ¿Amén? Amén!

Finalmente, Jesucristo regresó a Su Hogar Eternal, después de revelarse a sus discípulos originales y a 500 discípulos más y, finalmente, a Saulo de Tarso. Regresó triunfante a la Casa de Su Padre, a interceder por nosotros(as). Pero, la historia no termina ahí... (envió al Espíritu Santo sobre la Iglesia para darle Poder y delegar Su autoridad para que podamos llevar a cabo Su gran comisión.) ¡Aleluya!

Llamado: Regresa a Casa de tu Padre, hoy. ¿Has hecho planes para regresar a tu hogar eternal? ¿Estás seguro? ¿Estamos preparados para nuestro viaje de regreso a casa?

Historia de Carl McCunn, un fotógrafo que se quedó tirado en medio de la nada en Alaska.

En marzo de 1981, una avioneta dejó a Carl McCunn en un valle cualquiera en medio de la nada en Alaska. Cargado con 500 carretes, se disponía pasar el verano fotografiando la tundra y sus animales, totalmente sólo, hasta que lo vinieran a recoger. Sin embargo, cuando el frío llegó y el avión no aparecía, comenzó a dudar de si realmente había dejado claro que tenían que volver por él.

McCunn era un fotógrafo de profesión nacido en 1946 en Alemana mientras su padre servía en el Ejército de los Estados Unidos, aunque creció en San Antonio (Texas). Con 20 años se graduó y se alistó en la Marina, donde sirvió durante 4 años. Cuando lo dejó, durante un breve período de tiempo, vivió en Seattle, WA. Allí trabajó durante un tiempo en el ferry que hacía el trayecto entre Alaska y el estado de Washington. Después lo dejó y fue cambiando de trabajos hasta que en 1970 se mudó a Anchorage (Alaska), donde se estableció.

Su vida parece que pasó sin mayores sobresaltos hasta 1981. Fue en marzo de ese año, cuando McCunn decidió pasar el verano fotografiando la belleza y los misterios de la tundra de Alaska. Para ello, contrató a un piloto para que le llevara hasta un remoto lago de Alaska. Llevaba consigo material fotográfico, unos 650 kilos de provisiones, dos rifles y una escopeta. Su intención era quedarse hasta mediados de agosto. Guisantes y arroz serían los elementos principales de su dieta. Era un entorno hostil, pero no era la primera vez que pasaba una temporada en él. En 1976, había pasado otros cinco meses totalmente sólo por la desolada cordillera.

Los primeros meses fueron buenos. McCunn llegó cuando el invierno se estaba acabando y escribía con fascinación en su diario sobre el retorno de las aves acuáticas. Aunque reconocía que “los humanos estamos tan lejos de nuestro modo de vida moderno en un sitio como este”.

Sin embargo, a comienzos de agosto, el tono del diario comenzó a cambiar. McCunn empezaba a mostrarse cada vez más preocupado a medida que los víveres comenzaban a escasear y las temperaturas a bajar. Mientras, el otoño llenaba el valle de tonos amarillos y ocres, y no paraba de llover. “Creo que debería haber preparado mi vuelta con más previsión. Pronto lo averiguaré. Se acaban los guisantes. Puede ser que no duren más de dos semanas. El arroz se acabó ayer”.

McCunn comenzó a complementar su dieta con pescado y carne de pato. “No puedo olvidarme de los cartuchos que tiré hace un par de meses. Tenía cinco cajas y cada vez que las veía me sentía tan ridículo de haber traído tantas. Así que las tiré todas… al lago… menos una docena… realmente inteligente. ¿Quién iba a pensar que las iba a necesitar para evitar morirme de hambre?”

A mediados de agosto, McCunn comenzó a dedicar la mayor parte del tiempo a buscar comida. Sin rastro del avión, la angustia de McCunn crecía. “Por favor, no me dejéis aquí. No vine aquí para esto”. Según parece, en otra de sus estancias en la naturaleza, McCunn también había regresado más tarde de lo esperado, en esa ocasión su padre avisó a la policía, que comenzó a buscarlo. A su regreso McCunn pidió a su padre que no lo volviera hacer. Sin embargo, esta vez fueron sus amigos los que al comenzar a preocuparse pidieron a los “troopers” de Alaska (la policía del estado) que fueran a echar un vistazo para ver cómo estaba el fotógrafo.

Así lo hicieron. El “trooper” David Hamilton sobrevoló el campamento de McCunn. La primera vez, lo vio ondeando una bolsa roja. A la segunda pasada, lo vio saludando de manera desenfadada. Cuando pasó la tercera vez, McCunn se dio la vuelta y caminó hacia la tienda. Hamilton asumió que no pasaba nada.

Sin embargo, lo que McCunn escribió en su diario era muy diferente. McCunn explicaba lo eufórico que estaba cuando avistó la avioneta. Aunque el mismo se dio cuenta que había enviado la señal equivocada al piloto. Que sus gestos se podían interpretar erróneamente. “Recuerdo haber saludado con mi mano derecha y alzar el puño moviéndolo cuando el avión pasó por segunda vez. Era un especie de hurra, como cuando tu equipo anota un tanto”. Se dio cuenta que la señal era similar a la de “todo está bien… ¡no esperes! Probablemente han pensado que era sólo un tipo raro. ¡Dios, no puedo creerlo!”.

En octubre la situación comenzaba a ser crítica, McCunn tenía que espabilarse para evitar que los lobos y zorros le robaran los conejos que quedaban atrapados en sus trampas. “Ha sido un día terrible. Las manos cada día están más congeladas. Me queda sólo una ración de guisantes. Sinceramente, empiezo a preocuparme por mi propia vida. Pero no me rendiré”.

Para noviembre, se le acabó la comida. Sólo le quedaban unas especias. “Me siento muy deprimido. Aunque no estoy acabado del todo, ando muy cerca”. También anotó que estaba considerando la opción de intentar llegar hasta Fort Yukon caminando, unos 120 kilómetros de distancia. Escribe una carta a su padre, diciéndole como revelar sus carretes. Atrapa una ardilla “pero parece sólo una broma, incluso hasta cuando te comes los huesos”.

A finales de noviembre, McCunn empezaba a tener mareos. “Me siento miserable. Los últimos tres días me he despertado con escalofríos. No puedo soportarlo mucho más. No puedo evitar pensar en la bala”. Usó el poco fuel que le quedaba para avivar el fuego por última vez. “Cuando las cenizas se enfríen, me enfriaré con ellas”.

“Dios del Cielo amado, por favor, perdóname, mi debilidad y mis pecados. Por favor, cuida de mi familia”. Añadió una nota separada para pedir que sus cosas le fueran devueltas a su padre. Y daba instrucciones al que lo encontrara para que se quedara con su rifle y su escopeta. Esa era su voluntad. Firmaba con su nombre y adjuntaba su carnet de conducir de Alaska. “El de la identificación soy yo, por supuesto”. Con estas palabras, acababa el diario y la vida de Carl McCunn, ocho meses y medio después de haberse bajado del avión. “Dicen que no duele” y se pegó un tiro en la cabeza.

Murió con 35 años, en medio de la nada, junto a un lago sin nombre en un valle sin nombre. Según la descripción de su padre, era un joven extrovertido, de 1.80 metros de altura, unos 100 kilogramos de peso y de pelo rojizo, rubio.

Los “troopers” de Alaska encontraron su campamento el 2 de febrero del año siguiente. Cuando cortaron el material congelado de su tienda, encontraron su cuerpo en una cama que se había hecho él mismo. Junto a él, su diario, unas 100 hojas sueltas que comenzaban en letras mayúsculas claras con el maravilloso regreso de la vida al valle y que, poco a poco, se convirtió en una cruda crónica de esperanzas pérdidas, miedo y desesperación.

El juez de instrucción, después de examinar el diario y teniendo en cuenta el testimonio de sus amigos, concluyó que McCunn no acabó de concretar los detalles para su recogida. Fue un error. Como también lo fue deshacerse de los cartuchos de forma prematura, quedarse en la zona hasta tan entrado el frío o hacer señales confusas e incorrectas al avión. El juez dictaminó que su muerte había sido un suicidio.


Y tú, ¿Has arreglado tu regreso a casa de Papá? ¡Regresa hoy! 
Jesús regresa pronto.





sábado, 19 de abril de 2014

“El Sábado Santo: En el ínterin de los acontecimientos”

Rev. Dr. Juan G. Feliciano-Valera

S. Juan 19:38-42 (Traducción en lenguaje actual, TLA, Sociedades Bíblicas, 2000) 38 Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso, y José se llevó el cuerpo.  39 También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume a donde estaba José. 40 Los dos tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en vendas de una tela muy cara. Luego empaparon las vendas con el perfume que había llevado Nicodemo. Los judíos acostumbraban sepultar así a los muertos.  41 En el lugar donde Jesús murió había un jardín con una tumba nueva. Allí no habían puesto a nadie todavía. 42 Como ya iba a empezar el sábado, que era el día de descanso obligatorio para los judíos, pusieron allí el cuerpo de Jesús en esa tumba, porque era la más cercana.

INTRODUCCIÓN.  Los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Se nos invita a reflexionar sobre la Semana Santa, la Semana Mayor, la última semana de JESÚS en la tierra, antes de su resurrección e investidura como El Mesías, El Ungido, El CRISTO de la Gloria. Es una oportunidad que se nos concede de reunirnos como Familia de DIOS, como hermanos y hermanas que tenemos un mismo Padre y que somos hermanados por la misma Sangre; Sangre Preciosa del Cordero de DIOS que fue inmolado, sacrificado para darnos Vida Abundante, para traernos “Zoé,” es decir, Vida Plena, Esperanza Viva, Paz en nuestras almas, el “Shalom” del Señor.

EXHORTACIÓN.  Los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Nosotros(as) conocemos la historia, sabemos el resultado final, pero nos sometemos, una vez más, al rito pascual, al evento trascendente, a la reconstrucción de los eventos catastróficos más relevantes y relevantes en la historia de la humanidad nuestra. Una vez más, nos ha tocado prepararnos para eventos conflictivos, dialécticos, controvertibles.

Probablemente, muchas personas que luchamos por preservar o restaurar nuestra salud emocional, en un mundo quebrantado por la violencia y el dolor humano, hubiésemos preferido no ver, ni repetir las escenas terriblemente explícitas de la pasión de Nuestro Maestro. Sin embargo, aquellos eventos de La Semana Santa (“santa” porque manifestó los momentos de mayor sacrificio y dolor para el Mediador de nuestra fe, el Justo muriendo por los injustos, El Santo por los pecadores…) fueron paradigmáticos. Fueron eventos que ilustraron, con capacidad inusual, la trayectoria, el caminar, la jornada, el devenir frágil y efímero que nos ha tocado vivir a cada uno de nosotros(as).   Ninguno de nosotros(as) desea comparar su trayectoria de dolor, la que haya sido, con la pasión de JESÚS, el Deseado por las naciones. Ninguno de nosotros(as) se atrevería a comparar nuestro dolor con aquella agonía, quebranto y miseria que sufriera el Santo e Inocente por nosotros, pecadores.

Sin embargo, es fundamental que reflexionemos sobre nuestro caminar, en anticipación a, a la luz de, en la antesala de, la Semana Santa. No porque creamos posible comparar el sufrimiento del Siervo Sufriente, JESÚS, con nuestro propio sufrimiento, sino porque se hace imperativo detenernos en el camino, hacer una pausa para reflexionar y dedicarle a DIOS un momento, un espacio, un “ratito” para que nos hable a lo profundo de nuestros “Jerusalenes,” de nuestros higos secos, de nuestros pies sucios, enfangados con el lodo de la tierra que es Santa, pero que ha sido manchada con la sangre de inocentes.

Sí, se nos ofrece una oportunidad para que DIOS nos hable en el silencio del Getsemaní nuestro, a lo profundo de nuestros dolores inmensos, profundos, que nos hacen sudar gotas de sangre, lágrimas interminables y gemidos indescriptibles. Si, se nos ofrece una oportunidad para tomar nuestra cruz, caminar por nuestras vías dolorosas, subir a nuestros montes calvarios y tomar vino agrio en vez de agua fresca. Si, se nos ofrece una oportunidad de observar a los burlones, a los angustiadores, a los soldados del terror, a los profetas del miedo y el fracaso, a los amigos escurridizos. Si, se nos ofrece una oportunidad de escuchar los golpes del martillo sobre los clavos de nuestras dolencias, de nuestras manos traspasadas, nuestros costados abiertos, de nuestro clamor; expresado con mayor vehemencia desde la cruenta cruz: “Padre, ¿Por qué me has abandonado?” O desde nuestra necesidad humana, también expresada por el JESÚS Nazareno, “Tengo Sed.”   Finalmente, debemos reconocer que se nos ofrece una oportunidad de escuchar aquellas palabras felices que cambiaron para siempre la tónica de la muerte: “Padre, en TUS MANOS, encomiendo mi espíritu.” Palabras que fueron proféticas del Domingo de Resurrección: ¡CRISTO venció la muerte y ganó la Vida para nosotros(as) PORQUE se entregó a Su Padre!

Los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Por un lado, la noche oscura del alma, el caminar destruido, maltrecho, apabullado, aturdido y, por el otro, el consuelo, la memoria, la restauración, la reconciliación, la liberación, la resurrección, la victoria total.

Si, los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Estamos como en el día llamado “Sábado Santo,” entre la muerte y la resurrección. El Sábado Santo es el día entre el Viernes Santo y el Domingo de La Resurrección. Es un día “perdido” en el calendario de la Iglesia de JESUCRISTO.  Es un día extraordinario, sin embargo. Durante ese día acabamos de pasar el dolor y quebranto del Viernes de la Agonía, Pasión y Muerte de JESÚS. Hemos experimentado quebranto antes de que llegue el Día de la Resurrección, de la Nueva Vida. Después de los eventos traumáticos del Viernes Santo, nos encontramos con un espacio vacío: entre la muerte y la vida. No muertos. Ni vivos. Estamos en el medio, en el ínterin, como los que esperan la mañana, los que esperan a un nuevo día. El reto que se nos lanza es gigante, ¿Cómo vivir en el ínterin?

Allí nos encontramos en demasiadas ocasiones. Enfermedades, médicos, hospitales, muertes, despedidas, violencia, desavenencias, despidos, interrogantes. PERO, nosotros(as) conocemos el final de la historia de la Semana Santa. No terminó “el Viernes,” sino que allí comenzó el Principio del Final. Es decir, allí triunfó la esperanza, la paz, el amor, la Salud, la Plenitud de la Gracia de DIOS para todas aquellas y aquellos que pueden creerle a DIOS.

LLAMADO. No podemos quedarnos en el Sábado Santo, nosotros(as) conocemos el final de la historia de la Semana Santa. No podemos quedarnos en el ínterin de los acontecimientos. No podemos quedarnos en el clamor, tenemos que escuchar la respuesta de DIOS. No podemos quedarnos en la enfermedad, tenemos que pasar a recibir la Sanidad Divina, la Voluntad de DIOS. No podemos quedarnos en el valle de los huesos secos, tenemos que recibir la abundancia del Espíritu de Vida que nos da el Señor. No podemos quedarnos en la tumba fría del amigo de JESÚS, Lázaro, tenemos que salir al escuchar Su Voz llamándonos por nuestros nombres. No podemos quedarnos estáticos delante del Mar Rojo, tenemos que marchar en la confianza de que el que nos invita, va con nosotros(as). No podemos quedarnos en el Sábado Santo, tenemos que amanecer al Domingo de la Resurrección.

No podemos quedarnos en el ínterin de los acontecimientos. Podemos pasar adentro, al lugar Santísimo, a la misma Presencia de DIOS y sentarnos en Su Regazo y susurrarle al oído: “Padre, en TUS MANOS encomiendo mi camino, mi existencia, mi ser, mi familia, mi trabajo, mis necesidades; aquí y ahora.” Amén.  Se nos ha invitado a reflexionar en preparación para La Semana Santa. Caminemos triunfantes con JESÚS a Jerusalén, anticipando la traición, la muerte y su pasión. No nos quedemos afuera, entremos al ruedo con el Señor. No hay por qué preocuparse, ¡El Señor Resucitó! ¡Venció por y para nosotros(as)! Aceptemos el reto: cuando se ponga duro el camino, hagamos una pausa para La Gracia de DIOS. DIOS siempre anda buscando maneras de alcanzarnos con Su Amor y susurrarnos al oído: “Yo te amo, hija mía; hijo mío. Yo estoy contigo, a donde quiera que tú vayas, Yo voy contigo. Confía en Mi”.