martes, 6 de mayo de 2014

Y tú, ¿eres de los que dan o de los que piden?

Casi siempre nuestra vida gira en torno a lo que recibimos.  Si vamos al templo decimos “hoy voy a recibir lo que Dios tiene para mí.”  Siempre andamos a la expectativa de recibir de Dios de una forma u otra, pero pocas veces meditamos en la exhortación de dar que enseña La Palabra de DIOS.

Hechos 20:35: En todo os mostré que así, trabajando, debéis ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir.”

Y en muchos textos la escritura declara que “así como damos, recibimos”, que “el alma generosa será prosperada”, que “el que siembra abundantemente, abundantemente cosechará”. Casi siempre asociamos estos textos con cuestiones materiales, pero esto es válido en todos los sentidos.   Leamos la siguiente historia para que nos demos cuenta de esta realidad:


1Y cierto día Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, la de la oración. 2Y había un hombre, cojo desde su nacimiento, al que llevaban y ponían diariamente a la puerta del templo llamada la Hermosa, para que pidiera limosna a los que entraban al templo. 3Este, viendo a Pedro y a Juan que iban a entrar al templo, les pedía limosna. 4Entonces Pedro, junto con Juan, fijando su vista en él, le dijo: ¡Míranos! 5Y él los miró atentamente, esperando recibir algo de ellos. 6Pero Pedro dijo: No tengo plata ni oro, más lo que tengo, te doy: en el nombre de Jesucristo el Nazareno, ¡anda! 7Y asiéndolo de la mano derecha, lo levantó; al instante sus pies y tobillos cobraron fuerza, 8y de un salto se puso en pie y andaba. Entró al templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios. (Hechos 3:1-8)

En esta historia podemos ver dos tipos de cristianos de hoy día, “los que piden” y “los que dan”.   Notemos los siguientes puntos importantes:

  1. El cojo estaba a la puerta del templo, pedía limosna a los hombres.
  2. Pedro lo levantó tomándolo de la mano, y el cojo dejó de serlo y entró al templo alabando y glorificando a Dios.
                                                                    
Aplicación.  El que es cojo espiritualmente, siempre anda pidiendo.  Este hombre era cojo y no caminaba bien, hablando espiritualmente.  Su caminar en el evangelio era inconstante: unas veces bien, otras no; unas veces en victoria, otras en derrota; unas veces caliente, otras veces frío. En resumen, este hombre era tibio, sin un testimonio definido para DIOS.

Notemos, además, que este hombre estaba a la orilla de la puerta.  Jesús declaró en Juan 10:9 Yo soy la puerta; si alguno entra por mí, será salvo (o estará seguro); y entrará y saldrá y hallará pasto (encontrará provisión.)  Quiere decir que este hombre cojo no tenía una relación verdadera con Jesús.  No lo conocía realmente y por eso no confiaba en que Dios proveería.  Sin embargo, la realidad es que en la medida que conoces a Dios empiezas a confiar en ÉL y en la medida que confías en ÉL, se hace manifiesto.  


Este hombre cojo no andaba buscando primero a Dios sino que tenía puestos sus ojos en los hombres.  Este cojo es figura de aquel cristiano que anda por la orilla en el camino de Dios y que al no tener una relación personal con Jesús, siempre anda buscando ayuda de los hombres y no de Dios.  Anda temeroso de las situaciones diarias y, cuando viene una prueba económica, flaquea su fe y entonces empieza a cojear en su camino como cristiano.

En contraposición, Pedro y Juan dan testimonio de su relación íntima con Cristo.  Dice el refrán: “Nadie puede dar lo que no tiene” o “Uno solo puede dar de lo que tiene.”  Vemos a Pedro y a Juan, que “andaban sin dinero”, pero tomaron al cojo de la mano y le dieron lo que tenían. ¿Qué tenían Pedro y Juan? Tenían una relación personal con Dios, confiaban plenamente en la provisión de Dios y por eso tuvieron la fortaleza para decirle al cojo: “ven; deja ya de estar a la orilla e ingresa a una relación personal con DIOS; ÉL te afirmará y te proveerá todo lo que necesitas, pero primero hay que buscar su reino y su justicia”.  Es decir, Pedro y Juan le ofrecieron vida a este hombre; una vida que no consiste en cosas materiales sino en una intimidad con Dios.

Aquí debemos aclarar lo siguiente, Dios espera que des lo que tienes, no lo que no tienes.  Pedro y Juan no dieron dinero porque no tenían dinero, pero, le dieron “el verdadero evangelio,” donde se vive por fe, la nueva vida en Cristo Jesús.

Lo que Pedro le dio fue un testimonio real del Amor de Cristo. Una experiencia con el Señor es mejor que darle dinero, porque el dinero se le hubiera terminado pero una experiencia queda plasmada en nuestra vida para siempre.  La función principal que debemos realizar es testificar de Cristo y su resurrección, de su muerte por amor.  Debe ser un testimonio que está basado en experiencias reales con el Señor Jesucristo.  Recordemos que cuando el Señor se fue, les dijo a sus discípulos “…me seréis testigos…”  Por lo tanto, debemos dar testimonio de la vida en Cristo, de nuestra fe en ÉL.

Pedro y Juan son figura de los cristianos que dan en vez de pedir, porque confían en que Dios suplirá.

Resumen.  El cojo estaba pasando por un desierto y en vez de buscar el reino de Dios y su justicia, andaba buscando las añadiduras.  Andaba detrás de hombres para resolver sus problemas en vez de ir donde el Dueño del oro y de la plata, de la tierra y su plenitud.  El cojo andaba así por no conocer a Dios y estar en este camino a medias, por la orilla.  Esto hizo que anduviera limosneando a los hombres en vez de estar confiando en el Señor de la Vida.

Pedro, como un verdadero cristiano, ayudó a afirmar el caminar del hombre cojo.  Le dio un testimonio del amor de Dios.  Entonces el hombre cojo recibió fortaleza, fe y se afianzó en el camino de Dios.  El cojo sano comenzó a alabar y a glorificar a Dios aunque no recibió dinero en ese momento. Había recibido mucho más que eso, había recibido sanidad y fe para creerle a Dios.  Así, pudo confiar en que Dios no lo abandonaría y se dio cuenta que es más bienaventurado dar que recibir.

Reflexión
¿Qué tipo de cristiano eres?  ¿Tú, eres de los que das o de los que piden?  ¿Tú, confías en Dios o andas buscando ayuda en los hombres?   Recuerda que dar es en todo sentido, en lo material y espiritual.  Dios demanda que des lo que tienes y no lo que no tienes.  Pero siempre que des, da con alegría sabiendo que es mejor dar, que recibir y que así como das, recibirás.

El Amor se manifiesta dando.  ¿Recuerdas lo que dijo Jesús? “Porque de tal manera amó Dios al mundo que dio a su hijo unigénito…”.