domingo, 29 de junio de 2014

Sermón “La Orquesta de Dios”

Salmo 1331 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, el cual desciende sobre la barba, la barba de Aarón,

Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna.

S. Juan 121 Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. 2 Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. 3 Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. 4 Sin embargo, Judas Iscariote, el discípulo que pronto lo traicionaría, dijo: 5 «Ese perfume valía el salario de un año. Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres». 6 No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él. 7 Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro. 8 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán». 9 Cuando todos los habitantes de esa región se enteraron de que Jesús había llegado, corrieron en masa para verlo a él y también a Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado de los muertos.10 Entonces los principales sacerdotes decidieron matar a Lázaro también, 11 ya que, por causa de él, muchos los habían abandonado a ellos y ahora creían en Jesús. (Nueva Traducción Viviente, NTV)
INTRODUCCION.

Armonía: (Del lat. “harmonia”, y éste del gr. “ajustamiento”, “combinación”).
1. f. Unión y combinación de sonidos simultáneos y diferentes, pero acordes.
2. f. Bien concertada y grata variedad de sonidos, medidas y pausas que resulta en la prosa o en el verso por la feliz combinación de las sílabas, voces y cláusulas empleadas en él.
3. f. Conveniente proporción y correspondencia de unas cosas con otras.
4. f. Amistad y buena correspondencia.
5. f. Mús. Arte de formar y enlazar los acordes.

En cualquier banda, agrupación, orquesta, grupo de música, existen distintos instrumentos, voces, sonidos. Cada persona, miembro del grupo, del equipo, debe cumplir con su responsabilidad de tocar, cantar o hacer el ruido que le corresponda. A esto le llaman los músicos, “ARMONÍA.” Para que una canción, una orquesta, una agrupación, un equipo suene bien, es necesario que haya “armonía”. ¿Amén? ¡Amén!

Si la trompeta suena muy fuerte, crea un problema; si el tambor suena fuera de tiempo, crea un problema; si la voz de alguien sobresale, se crea un problema; si el piano no toca en el mismo tono que la guitarra, probablemente se oiga mal. Yo no sé nada de música, pero puedo intuir que si no hay armonía, no hay buena música. Lo mismo pasa con cualquier grupo de trabajo o equipo, o ministerio. Si no se trabaja en armonía, no se logran los objetivos o metas trazadas o deseadas. ¿Amén? ¡Amén!
Es fácil darle al tambor con un palito, lo difícil es hacerlo con el ritmo indicado. ¿Amén? ¿Me siguen? ¿Estoy hablando claro? Es fácil oprimir las teclas del piano o teclado, lo difícil es que las teclas que se oprimen sean las indicadas en el momento indicado, con la intensidad indicada. ¿Algún Amén en la Casa de Papá?
Lo importante, lo fundamental, lo crítico, lo de gran importancia es tocar con armonía; remar en la misma dirección y con el mismo ritmo; empujar todos(as) a la vez para avanzar y alcanzar aquello para lo cual hemos sido llamados. ¡Ahora, si! ¿Amén? Si unos empujan en una dirección y otros en otra, no podemos avanzar. La Biblia dice que hay que ponerse de acuerdo (Amós 3:3 “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”) La Biblia dice que hay que estar en armonía con DIOS, en comunión los unos con los otros. ¿Amén? En la Orquesta de DIOS todos(as) tenemos un instrumento, un talento, un llamado, una función, una destreza, unos recursos, unos tesoros, unas oportunidades para servir en el Nombre del Señor. ¿Amén? Si tocamos en esta Orquesta, tenemos que armonizar; tenemos que colaborar. Repito: COLABORAR. Cada uno(a) con su aportación, al ritmo de la Orquesta de DIOS, tocando, actuando, trabajando, sirviendo al mismo Señor. ¿Amén? ¡Amén!
Les voy a contar un secreto: en esta Orquesta, la flauta necesita el ritmo y el ímpetu del tambor; el tambor necesita la suavidad de la flauta; el teclado necesita el acompañamiento del tambor; la guitarra necesita la modulación del piano; las voces necesitan el tono adecuado; y así sucesivamente. ¿Me entienden? La palabra clave es NECESITA. ¿Amén? ¡Para que haya armonía en la Orquesta de DIOS nos necesitamos unos a otros! ¡Upps! ¡No hay opción! REPITO: ¡Para que haya armonía en la Orquesta de DIOS nos necesitamos unos a otros! ¡Aleluya!

Necesidad. No es una opción; no es una preferencia, no es una idea, una abstracción filosófica, un concepto teológico. NO se trata de miseria, ni de insuficiencia, ni de pobreza, ni de aprieto. No se trata de fatalidad, ni de suerte. ¡SE TRATA DE PRECISION, DE REQUISITO! Sin la participación de cada uno de los componentes de la Orquesta de DIOS ¡NO HAY ARMONIA! ¡NO HAY MUSICA! Lo que hay es alboroto. ¿Comprende? ¿Capish? ¿Do you understand me? ¡Hello! ¡Para que haya armonía en la Orquesta de DIOS nos necesitamos unos a otros!

Cuando hablamos de que cada miembro del Cuerpo de Cristo, de la Orquesta de Dios NECESITA A LOS DEMAS, queremos decir que para que se cumpla el Propósito de DIOS en nuestras vidas y a través de nuestras vidas, es un requisito, una obligación, una exigencia que haya ARMONIA entre nosotros(as). ¿Amén?
Cada uno de nosotros(as) puede hacer música por su cuenta, pero JUNTOS hacemos LA OBRA DE DIOS. Cada uno puede construir una casa, un jardín, un edificio, una empresa, pero JUNTOS forjamos LA OBRA DE DIOS. Juntos, construimos el Reino de DIOS en la Tierra. ¿Habrá algún Amén en la Casa de Papá hoy? ¿Habrá alguien escuchando la Voz de DIOS? Yo digo ¡Amén!
Amados(as): Escuchen bien: ¡Nosotros(as) nos necesitamos los unos a los otros! ¡Nos necesitamos los unos a los otros! Si no, no habrá armonía, no habrá música que adora apasionadamente a DIOS. Podremos hacer mucha bulla, mucho alboroto, mucho ruido; pero, si no entendemos que nos necesitamos los unos a los otros para hacer la Obra de DIOS, solo seremos como címbalos resonantes (platillos que hacen alboroto.) ¿Amén? ¡Amén! Aunque no nos guste la ropa, el color de la piel, la forma de hablar, la aspereza del trato, la forma de adorar, ¡NOS NECESITAMOS LOS UNOS A LOS OTROS PARA PODER SER LA ORQUESTA DE DIOS Y REFLEJAR LA ARMONIA QUE DIOS ESPERA!
No todos tocamos los mismos instrumentos en la Orquesta de DIOS. Unos discípulos son calladitos, otros son alborotosos; unos producen un sonido suave, otros tiene que hablar duro; unos son fuertes, otros son débiles, unos van al frente alzando la bandera de Jesucristo, otros van atrás marchando en la caravana de Jesús, acompañando a los demás. PERO CADA UNO TIENE SU LUGAR EN LA MESA DEL SEÑOR. Cada uno tiene un espacio reservado, comprado a precio de sangre y de muerte por Jesús. Cada uno de nosotros(as) tiene su lugar en esta Casa. Algunos tocan el tambor, otros la pandereta, otros la flauta, otros la trompeta.
Así ocurrió con Marta, María y Lázaro. Ellos eran para Jesús como su familia (¡Igual que tú y yo!) Después que Jesús resucitó a Lázaro, ellos decidieron ofrecerle una cena a Jesús. Decidieron honrar a Jesús con una cena en Su Nombre. No discutieron por el sitio de honor. No se ofendieron por las habilidades y talentos del otro. No trataron de echarse a un lado el uno del otro. Los tres trabajaron con un solo propósito: honrar a Jesús. Cada uno lo hizo con su propio estilo. Marta sirvió siempre manteniendo el paso, el ritmo de la cena. María adoró; ungió al Señor con un regalo muy especial y su aroma llenó todo el ambiente. Lázaro tenía una historia que contar y estuvo listo para hacerlo.

Tres personas, cada una con sus talentos y habilidades y personalidades y temperamentos y cualidades distintas, diferentes. Pero cada una con idéntico valor. ¿Oyó bien? Con idéntico valor. Los tres se necesitaban el uno al otro. ¿Podría esta familia existir sin alguno de los tres? Pensemos un momento en La Palabra de DIOS.
Juan 12:1 Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. 2 Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. 3 Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume. 4 Sin embargo, Judas Iscariote, el discípulo que pronto lo traicionaría, dijo: 5 «Ese perfume valía el salario de un año.[c] Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres». 6 No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él. 7 Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro. 8 Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán». 9 Cuando todos los habitantes de esa región se enteraron de que Jesús había llegado, corrieron en masa para verlo a él y también a Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado de los muertos.10 Entonces los principales sacerdotes decidieron matar a Lázaro también, 11 ya que, por causa de él, muchos los habían abandonado a ellos y ahora creían en Jesús. (Nueva Traducción Viviente, NTV)


¿Podríamos nosotros(as) existir hoy en día sin uno de los tres?
Cada iglesia necesita a una Marta. Mejor dio: cada iglesia necesita a cientos de Martas. Gente dispuesta a trabajar. Gente que mantiene el ritmo de la Orquesta de DIOS. Gracias a las Martas de la iglesia, el presupuesto se mantiene balanceado, los bebés son atendidos, se mantienen los edificios, etc. Las Martas no se aprecian sino hasta que se van, y entonces todas las Marías y los Lázaros andan desesperados buscando las llaves, los proyectores, los “beepers,” etc.
Las Martas son las hormiguitas incansables de la iglesia. Se mantienen moviéndose, moviéndose, moviéndose. Almacenan fuerzas, así como el camello almacena agua. Como no buscan los reflectores, no les preocupan los aplausos. Eso no significa que no los necesiten. Simplemente, no son adictas a ellos. {Pedir Aplausos para las Martas de la Iglesia.}
Las Martas tienen una misión y están enfocadas en cumplir esa misión: SERVIR. En una ocasión esta Marta se quejó de que su hermana no le ayudaba y Jesús le aconsejó amablemente. No la regañó, sino que le aconsejó a no afanarse y a darse cuenta de que en la Orquesta de DIOS hay otros instrumentos que tienen que sonar armónicamente. ¿Amén?
En este pasaje de S. Juan 12, que ocurre después de la resurrección de su hermano Lázaro, no escuchamos a Marta quejarse. Esta mansa, enfocada, centrada, encaminada y dispuesta a cumplir con su misión de servir. Ella entiende que su misión es honrar a Jesús.
Ahora les pregunto: ¿Está María en la cocina? No. María está tocando la flauta para Jesús. Está adorando porque eso es lo que ella prefiere hacer. Esta vez Marta no se queja. Ha aprendido que hay un lugar para alabar y adorar y eso, lo hace María.

¿Cuál es entonces la parte de María en esta cena? María trae un frasco de perfume carísimo, lo derrama a los pies de Jesús y, luego, le seca los pies con su cabello. Wow! ¡El aroma del perfume llena la casa, de la misma manera que el sonido de la alabanza llena la iglesia! ¿Amén? Esto fue un acto de generosidad extravagante. ¡Aleluya! En el Reino de DIOS hay un lugar para el servicio sacrificial, arriesgado y hay también un lugar para la adoración apasionada. ¡Aleluya!
Las Marías tienen el don de la alabanza. No solo cantan, adoran. No simplemente asisten a la iglesia, vienen para ofrecer alabanza a DIOS. No solo hablan de Cristo, sino que irradian, esparcen el suave aroma de Cristo en medio de la alabanza. ¡Aleluya!
Las Marías tienen un pie en el cielo y el otro en las nubes. No es fácil para ellas bajar a la tierra, pero a veces necesitan hacerlo. A veces necesitan que se les recuerde que hay cuentas que pagar y clases que ensenar. Pero no se les puede recordar esto con aspereza, sino con ternura. Las flautas son frágiles. Las Marías son almas preciosas con corazones delicados. Si han encontrado un lugar a los pies de Jesús, no se les puede pedir que lo dejen. Es mucho mejor pedirles que oren por nosotros(as). Son las personas a las que uno acude cuando está en necesidad, pasando por algún momento difícil. “¿Podrías orar por mi? ¿Podrías ponerme en tu lista de oración?”

Cada iglesia necesita desesperadamente algunas Marías; muchas Marías. Las necesitamos para que oren por nuestros hijos. Las necesitamos para que pongan pasión en nuestra adoración. Las necesitamos para que escriban canciones de alabanza y canten himnos de gloria para el Señor. Las necesitamos para que se arrodillen, lloren, clamen, para que levanten sus manos y oren por nosotros(as). Las necesitamos porque tendemos a olvidarnos lo mucho que DIOS ama la adoración. Las Marías no lo olvidan jamás. Saben que DIOS quiere que le conozcan como un Padre. Saben que no hay cosa que le guste más a un padre que tener a sus hijos(as) a sus pies y pasar tiempo con ellos.
Las Marías son buenas en eso. Ellas saben que el servicio es adoración y la adoración servicio. Se necesitan Martas y Marías; muchas, en la iglesia.
¿Y Lázaro? Lázaro necesita recordar que no todos pueden tocar la trompeta.

Hasta donde sabemos, Lázaro no hizo nada en la cena. Dejó su acción para fuera de la casa. Recuerdan: (Jn. 12)
9 Gran multitud de los judíos supieron entonces que él estaba allí, y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, a quien había resucitado de los muertos. 10 Pero los principales sacerdotes acordaron dar muerte también a Lázaro, 11 porque a causa de él muchos de los judíos se apartaban y creían en Jesús.
¿Qué les parece? Por Lázaro “muchos judíos creían en Jesús.” A Lázaro se le ha dado una trompeta. Tiene un testimonio que dar, ¡Y qué testimonio! ¡Muerto cuatro días y resucitado! Quedó frío. Tieso. Sin vida. Sin aliento. Lo enterraron. Colocaron una piedra para tapar su sepulcro, su tumba. PERO, estando allí escuchó la Voz de Jesús que le llamó por su nombre: “Lázaro, sal fuera.” Entonces su corazón latió, su alma se conmovió, regresó la vida. Ahora Lázaro nos dice, con su trompeta fuerte: ¡Jesús puede hacer lo mismo con ustedes HOY!
DIOS le dio a Marta un tambor para llevar el ritmo. DIOS le dio a María una flauta de alabanza. DIOS le dio a Lázaro una trompeta y se paró en medio del escenario y la tocó fuerte.

DIOS sigue dando trompetas. DIOS sigue llamando a la gente de la muerte a la vida. ¿Amén? DIOS sigue dando testimonios del tipo de Lázaro, increíbles. ¿Amén? Pero no todos tenemos testimonios tan dramáticos. Si solo tocaran las trompetas, la orquesta se escucharía mal.
Algunos testimonios convierten a los perdidos; algunos animan a los que ya son salvos; algunos mantienen el movimiento; PERO, todos, son necesarios. {NECESIDAD}
Si DIOS te ha llamado a ser una Marta, ¡SIRVE! Recuerda a los demás que dar alimento al pobre es evangelizar y que cuidar a los enfermos es adorar.
Si DIOS te ha llamado a ser una María, ¡ALABA! Recuerda a los demás que no tenemos que estar ocupados para ser santos. Influye en nosotros(as) tu ejemplo para que nos despojemos de nuestras libretas de anotaciones, nuestras agendas cargadas, nuestra programación, nuestros megáfonos, nuestros Facebooks, Tweeter, Instagram, Text Messages y aprendamos a estar QUIETOS en la adoración apasionada a DIOS. Enséñanos a soltar el reloj de la prisa y las preocupaciones para entrar en la adoración apasionada a DIOS.
Si DIOS te ha llamado a ser un Lázaro ¡TESTIFICA! Recuerda a demás que también tenemos una historia que contar; que también tenemos vecinos perdidos; que también estábamos muertos y fuimos resucitados. ¡Aleluya!
Cada uno de nosotros(as) tiene un lugar en la Mesa. Como Marta, hay quienes dan su tiempo para servir. Hay quienes, como María, dan su tiempo para alabar. Hay quienes, como Lázaro, dan su tiempo para testificar.

Si eres Marta, cobra fuerzas hoy. DIOS ve tu servicio.
Si eres una María, anímate. DIOS recibe tu adoración.
Si eres un Lázaro, sé fuerte. DIOS honra tu convicción.
¿Amén? ¡Amén!