Un policía que recientemente se había mudado a la comunidad, recibió la petición de hacerle unos días de vacaciones a un compañero en otra ciudad vecina. El accedió.
Esa mañana se reportó al Precinto vecino. Estando de ronda, recibió una llamada de emergencia que convocaba a las patrullas ir a la residencia de un niño que se había tragado un botón. El policía tomó la autopista que pensaba le llevaría mas rápido a la residencia. Al llegar a la que el pensaba era la salida, encontró que no estaba terminada y que lo que había era un terraplén. Se bajó de la patrulla y miró para todos lados, como buscando ayuda. De momento, vio que una máquina de remover tierra venía en dirección de él. Le pidió al chófer que avanzara y removiera la tierra para poder pasar. Así lo hizo el conductor de la maquina y rápidamente, el policía avanzó hacia el hogar del niño. Allí encontró a la madre del niño que lo esperaba en el balcón de la casa con el niño flácido, con la piel oscura por falta de oxígeno. El policía lo tomó en sus brazos, hizo lo correspondiente y el niño expulsó el botón. A los pocos segundos, llegó la ambulancia de emergencias médicas, le dieron los primeros auxilios y lo llevaron al hospital.
Al otro día, el policía volvió a la autopista para ver si encontraba al chófer de la máquina. Llegó al mismo sitio y se bajó del vehículo y esperó. Al rato llegó el conductor de la máquina y se detuvo junto al policía. El primero en hablar fue el policía: "Vengo a darle las gracias, pues gracias a lo que usted hizo pude llegar a tiempo y salvarle la vida a un niño que se moría." El chófer de la máquina le contestó: "El que tiene que darle gracias, soy yo. El niño que usted salvó era mi hijo."