jueves, 13 de marzo de 2014

El Collar de Perlas Preciosas

Anécdota: Se cuenta que el un dueño de una tienda de joyas estaba detrás del mostrador de su tienda y miraba la calle distraídamente. De pronto, una  niñita se aproximó al negocio y apretó la naricita contra él vidrio de la vitrina. Los ojos de color del cielo brillaban cuando vio un determinado objeto.   Entró en el negocio y pidió para ver el collar de color turquesa azul.  “Es para mi hermana. ¿Puede hacer un paquete bien bonito?,” dijo ella.
El dueño del negocio miró desconfiado a la niñita y le preguntó: “¿Cuánto dinero tienes?”  Sin dudar, la niña  sacó del bolsillo de su ropa un pañuelo todo atadito y fue deshaciendo los nudos. Los colocó sobre el mostrador y dijo feliz: “¿Esto da?”
Eran apenas algunas monedas que ella exhibía orgullosa. “Sabe, quiero dar este regalo a mi hermana mayor.  Desde que murió nuestra madre, ella cuida de nosotros y no tiene tiempo para ella. Es el cumpleaños de ella y tengo el convencimiento que quedará feliz con el collar que es del color de sus ojos.”
El hombre fue para la trastienda, colocó el collar en un estuche, lo envolvió con un vistoso papel dorado e hizo un trabajado lazo con una cinta verde.  "Toma,” dijo a la niña. “Llévalo con cuidado”.  Ella salió feliz corriendo y saltando calle abajo.
Aún no acababa el día, cuando una linda joven de cabellos rubios y maravillosos ojos azules entró en el negocio. Colocó sobre el mostrador el ya conocido envoltorio deshecho e indagó: “¿Este collar fue comprado aquí?” “Sí señorita,” contestó el dueño. “¿Y, cuánto costó?” indagó la joven.
“¡Ah!”, expresó el dueño del negocio. “El precio de cualquier producto de mi tienda es siempre un asunto confidencial entre el vendedor y el cliente.”  La joven continuó: “Pero mi hermanita tenía solamente algunas monedas.  El collar es verdadero, ¿no? Ella no tendría dinero para pagarlo.”
El hombre tomó el estuche, re-hizo el envoltorio con extremo cariño, colocó la cinta y lo devolvió a la joven.  “Ella pagó el precio más alto que cualquier persona puede pagar. ELLA DIO TODO LO QUE TENÍA.”
El silencio llenó la pequeña tienda y las lágrimas rodaron por la faz emocionada de la joven en cuanto sus manos tomaban el pequeño envoltorio.

“Quien ama no coloca límites para los gestos de ternura y de gratitud, porque, un corazón agradecido y confiado, es un corazón obediente a DIOS.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario