lunes, 21 de abril de 2014

La Resurrección

San Lucas 24 Nueva Traducción Viviente (NTV) 
1 El domingo, muy temprano por la mañana, las mujeres fueron a la tumba, llevando las especias que habían preparado. 2 Encontraron que la piedra de la entrada estaba corrida a un costado. 3 Entonces entraron, pero no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. 4 Mientras estaban allí perplejas, de pronto aparecieron dos hombres vestidos con vestiduras resplandecientes. 5 Las mujeres quedaron aterradas y se inclinaron rostro en tierra. Entonces los hombres preguntaron: “¿Por qué buscan entre los muertos a alguien que está vivo? 6 ¡Él no está aquí! ¡Ha resucitado! Recuerden lo que les dijo en Galilea, 7 que el Hijo del Hombre[b] debía ser traicionado y entregado en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, y que resucitaría al tercer día.” 8 Entonces ellas recordaron lo que Jesús había dicho. 9 Así que regresaron corriendo de la tumba a contarles a los once discípulos y a todos los demás lo que había sucedido. 10 Fueron María Magdalena, Juana, María la madre de Santiago y varias mujeres más quienes contaron a los apóstoles lo que pasó. 11 Pero a los hombres el relato les pareció una tontería, y no les creyeron. 12 Sin embargo, Pedro se levantó de un salto y corrió a la tumba para ver por sí mismo. Agachándose, miró hacia adentro y vio sólo los lienzos de lino, vacíos; luego regresó a la casa, preguntándose qué habría ocurrido.

Introducción.

La Resurrección está relacionada con "regreso," con regresar, con retorno. Si, es cierto, también está relacionado con revivir, resurgir, renacer, etc. Pero hoy quisiera compartir con ustedes la relación entre resurrección y regreso.

Ese domingo, Jesús regresa de la muerte. Luego de su pasión, muerte y entierro, Jesús estuvo predicando a los muertos. Era parte del Plan de Dios. Era necesario. Al terminar esa otra etapa del Plan, Jesús regresó a la vida, al mundo natural, a la Tierra, por algunos días más, para completar lo que faltaba. Es decir, para dar las últimas instrucciones a los discípulos sobre la gran comisión que nos dejaba en la Tierra.

Ese domingo, las mujeres regresaron a donde lo había sepultado, a la cueva, a la tumba. Pero la encontraron vacía. Entonces regresaron a donde estaban los discípulos para contarles lo que les había dicho el ángel: "No está aquí, ha resucitado, ha regresado como lo había dicho."

Ese domingo, también los discípulos habían regresado al Aposento Alto. Uno a uno, habían regresado. Abochornados, apenados, arrepentidos de haber abandonado al Señor, de haberlo traicionado, de haberle fallado. Cuando más les necesitó, ellos habían huido, despavoridos, asustados. 

Pero, uno a uno, los discípulos regresaron a la Casa, a la iglesia, al Aposento Alto. Regresaron al mismo lugar donde habían celebrado la Última Cena con el Señor. De sus escondites, regresaron. De sus quebrantos, regresaron. Allí todavía había el calor humano, la esperanza del acogimiento de la comunidad. Allí todavía se percibía el suave aroma de Cristo, el perfume, la fragancia, el olor del Pan y el Vino. Allí esperaban encontrar aliento, perdón (?), esperanza, acompañamiento. Uno a uno, regresaron a la casa del Señor...

Ese domingo también hubo algunos discípulos que regresaron a sus pueblos de origen. Regresaban a sus hogares familiares, asustados, atemorizados de que, igual que habían matado a Jesús, los podían matar a ellos. Estaban tristes, asustados. habían perdido la esperanza y la fe. Ya habían pasado tres días y no había resucitado. Y regresaron derrotados a sus hogares.

Iban de camino a su aldea, Emaús. Dos discípulos, Cleofas y el discípulo desconocido. Iban hablando por el camino, derrotados, cansados. Entonces, se les unió Jesús, el CRISTO resucitado, el que había regresado de la muerte, pero ellos no lo reconocieron. Entonces, Jesús, el Cristo, les abrió Las Escrituras y les explicó lo que había pasado. 

Cuando llegaron a la aldea de Emaús, Jesús, hizo como que iba a seguir de camino, pero los dos discípulos, sin saber Quién era, le pidieron que se quedara y le ofrecieron comida y alojamiento al Señor. Entonces, ocurre algo espectacular. Dice la Sagrada Escritura, que cuando Jesús tomó el pan y lo partió, los discípulos RECONOCIERON Quién era. Al instante, Jesús desapareció de su vista y se esfumó.

Ese mismo domingo, aquellos dos discípulos, Cleofas y el discípulo desconocido, regresaron a Jerusalén a contarle a los demás lo que les había pasado. Y regresaron al Aposento Alto. allí encontraron a los demás discípulos reunidos. Solo habían rumores de que Jesús había resucitado. Ellos podían dar fe, testimonio, de que en verdad Jesús había regresado y que ellos los habían visto con sus ojos. Entonces, de repente, se oyeron unos pasos y los discípulos se pusieron tensos, esperando que alguien abriese la puerta del Aposento Alto. Pero nadie entró por la puerta... Jesús hizo una entrada espectacular, sorprendente: Jesús atravesó la pared y entró al Aposento Alto con el mensaje de la Paz. "Paz a vosotros." En otras palabras: "Estén tranquilos, YO les perdono."

Si, aquel domingo, Jesús regresó para iniciar el principio del final o finalizar lo que había comenzado, el principio de la Iglesia, el principio de la misión de Dios que nos corresponde a nosotros(as) continuar aquí, donde estamos, entre los vecinos con los cuales convivimos, nuestro "prójimo." Si, Jesús regresó para dejar las instrucciones finales que habrían de guiar nuestro Caminar con Jesús, la Gran Comisión, los detalles y revelación del Propósito de Dios para Su Pueblo, Su Iglesia, "los llamados(as) a servir."

Ahora, nos corresponde a nosotros(as) regresar a la Casa de Papá, a la Iglesia, al Cuerpo de Cristo. Nos corresponde entrenarnos, equiparnos, capacitarnos, disciplinarnos, someternos a la autoridad que Dios ha dispuesto, a la iluminación y guía del Espíritu Santo, a la investidura de Su Poder sobre nosotros(as) para poder ser testigos de Su Esperanza, de Su Salvación, de Su Gozo, de Su Paz; para que los que nos tienen esperanza, ni salvación, ni gozo, ni paz, la encuentren en Jesús, el Cristo de la Gloria y sus vidas sean transformadas como fueron las nuestras y el mundo sepa Quién es "el que regresó de la muerte para traer vida abundante y vida eterna." ¿Amén? Amén!

Finalmente, Jesucristo regresó a Su Hogar Eternal, después de revelarse a sus discípulos originales y a 500 discípulos más y, finalmente, a Saulo de Tarso. Regresó triunfante a la Casa de Su Padre, a interceder por nosotros(as). Pero, la historia no termina ahí... (envió al Espíritu Santo sobre la Iglesia para darle Poder y delegar Su autoridad para que podamos llevar a cabo Su gran comisión.) ¡Aleluya!

Llamado: Regresa a Casa de tu Padre, hoy. ¿Has hecho planes para regresar a tu hogar eternal? ¿Estás seguro? ¿Estamos preparados para nuestro viaje de regreso a casa?

Historia de Carl McCunn, un fotógrafo que se quedó tirado en medio de la nada en Alaska.

En marzo de 1981, una avioneta dejó a Carl McCunn en un valle cualquiera en medio de la nada en Alaska. Cargado con 500 carretes, se disponía pasar el verano fotografiando la tundra y sus animales, totalmente sólo, hasta que lo vinieran a recoger. Sin embargo, cuando el frío llegó y el avión no aparecía, comenzó a dudar de si realmente había dejado claro que tenían que volver por él.

McCunn era un fotógrafo de profesión nacido en 1946 en Alemana mientras su padre servía en el Ejército de los Estados Unidos, aunque creció en San Antonio (Texas). Con 20 años se graduó y se alistó en la Marina, donde sirvió durante 4 años. Cuando lo dejó, durante un breve período de tiempo, vivió en Seattle, WA. Allí trabajó durante un tiempo en el ferry que hacía el trayecto entre Alaska y el estado de Washington. Después lo dejó y fue cambiando de trabajos hasta que en 1970 se mudó a Anchorage (Alaska), donde se estableció.

Su vida parece que pasó sin mayores sobresaltos hasta 1981. Fue en marzo de ese año, cuando McCunn decidió pasar el verano fotografiando la belleza y los misterios de la tundra de Alaska. Para ello, contrató a un piloto para que le llevara hasta un remoto lago de Alaska. Llevaba consigo material fotográfico, unos 650 kilos de provisiones, dos rifles y una escopeta. Su intención era quedarse hasta mediados de agosto. Guisantes y arroz serían los elementos principales de su dieta. Era un entorno hostil, pero no era la primera vez que pasaba una temporada en él. En 1976, había pasado otros cinco meses totalmente sólo por la desolada cordillera.

Los primeros meses fueron buenos. McCunn llegó cuando el invierno se estaba acabando y escribía con fascinación en su diario sobre el retorno de las aves acuáticas. Aunque reconocía que “los humanos estamos tan lejos de nuestro modo de vida moderno en un sitio como este”.

Sin embargo, a comienzos de agosto, el tono del diario comenzó a cambiar. McCunn empezaba a mostrarse cada vez más preocupado a medida que los víveres comenzaban a escasear y las temperaturas a bajar. Mientras, el otoño llenaba el valle de tonos amarillos y ocres, y no paraba de llover. “Creo que debería haber preparado mi vuelta con más previsión. Pronto lo averiguaré. Se acaban los guisantes. Puede ser que no duren más de dos semanas. El arroz se acabó ayer”.

McCunn comenzó a complementar su dieta con pescado y carne de pato. “No puedo olvidarme de los cartuchos que tiré hace un par de meses. Tenía cinco cajas y cada vez que las veía me sentía tan ridículo de haber traído tantas. Así que las tiré todas… al lago… menos una docena… realmente inteligente. ¿Quién iba a pensar que las iba a necesitar para evitar morirme de hambre?”

A mediados de agosto, McCunn comenzó a dedicar la mayor parte del tiempo a buscar comida. Sin rastro del avión, la angustia de McCunn crecía. “Por favor, no me dejéis aquí. No vine aquí para esto”. Según parece, en otra de sus estancias en la naturaleza, McCunn también había regresado más tarde de lo esperado, en esa ocasión su padre avisó a la policía, que comenzó a buscarlo. A su regreso McCunn pidió a su padre que no lo volviera hacer. Sin embargo, esta vez fueron sus amigos los que al comenzar a preocuparse pidieron a los “troopers” de Alaska (la policía del estado) que fueran a echar un vistazo para ver cómo estaba el fotógrafo.

Así lo hicieron. El “trooper” David Hamilton sobrevoló el campamento de McCunn. La primera vez, lo vio ondeando una bolsa roja. A la segunda pasada, lo vio saludando de manera desenfadada. Cuando pasó la tercera vez, McCunn se dio la vuelta y caminó hacia la tienda. Hamilton asumió que no pasaba nada.

Sin embargo, lo que McCunn escribió en su diario era muy diferente. McCunn explicaba lo eufórico que estaba cuando avistó la avioneta. Aunque el mismo se dio cuenta que había enviado la señal equivocada al piloto. Que sus gestos se podían interpretar erróneamente. “Recuerdo haber saludado con mi mano derecha y alzar el puño moviéndolo cuando el avión pasó por segunda vez. Era un especie de hurra, como cuando tu equipo anota un tanto”. Se dio cuenta que la señal era similar a la de “todo está bien… ¡no esperes! Probablemente han pensado que era sólo un tipo raro. ¡Dios, no puedo creerlo!”.

En octubre la situación comenzaba a ser crítica, McCunn tenía que espabilarse para evitar que los lobos y zorros le robaran los conejos que quedaban atrapados en sus trampas. “Ha sido un día terrible. Las manos cada día están más congeladas. Me queda sólo una ración de guisantes. Sinceramente, empiezo a preocuparme por mi propia vida. Pero no me rendiré”.

Para noviembre, se le acabó la comida. Sólo le quedaban unas especias. “Me siento muy deprimido. Aunque no estoy acabado del todo, ando muy cerca”. También anotó que estaba considerando la opción de intentar llegar hasta Fort Yukon caminando, unos 120 kilómetros de distancia. Escribe una carta a su padre, diciéndole como revelar sus carretes. Atrapa una ardilla “pero parece sólo una broma, incluso hasta cuando te comes los huesos”.

A finales de noviembre, McCunn empezaba a tener mareos. “Me siento miserable. Los últimos tres días me he despertado con escalofríos. No puedo soportarlo mucho más. No puedo evitar pensar en la bala”. Usó el poco fuel que le quedaba para avivar el fuego por última vez. “Cuando las cenizas se enfríen, me enfriaré con ellas”.

“Dios del Cielo amado, por favor, perdóname, mi debilidad y mis pecados. Por favor, cuida de mi familia”. Añadió una nota separada para pedir que sus cosas le fueran devueltas a su padre. Y daba instrucciones al que lo encontrara para que se quedara con su rifle y su escopeta. Esa era su voluntad. Firmaba con su nombre y adjuntaba su carnet de conducir de Alaska. “El de la identificación soy yo, por supuesto”. Con estas palabras, acababa el diario y la vida de Carl McCunn, ocho meses y medio después de haberse bajado del avión. “Dicen que no duele” y se pegó un tiro en la cabeza.

Murió con 35 años, en medio de la nada, junto a un lago sin nombre en un valle sin nombre. Según la descripción de su padre, era un joven extrovertido, de 1.80 metros de altura, unos 100 kilogramos de peso y de pelo rojizo, rubio.

Los “troopers” de Alaska encontraron su campamento el 2 de febrero del año siguiente. Cuando cortaron el material congelado de su tienda, encontraron su cuerpo en una cama que se había hecho él mismo. Junto a él, su diario, unas 100 hojas sueltas que comenzaban en letras mayúsculas claras con el maravilloso regreso de la vida al valle y que, poco a poco, se convirtió en una cruda crónica de esperanzas pérdidas, miedo y desesperación.

El juez de instrucción, después de examinar el diario y teniendo en cuenta el testimonio de sus amigos, concluyó que McCunn no acabó de concretar los detalles para su recogida. Fue un error. Como también lo fue deshacerse de los cartuchos de forma prematura, quedarse en la zona hasta tan entrado el frío o hacer señales confusas e incorrectas al avión. El juez dictaminó que su muerte había sido un suicidio.


Y tú, ¿Has arreglado tu regreso a casa de Papá? ¡Regresa hoy! 
Jesús regresa pronto.





sábado, 19 de abril de 2014

“El Sábado Santo: En el ínterin de los acontecimientos”

Rev. Dr. Juan G. Feliciano-Valera

S. Juan 19:38-42 (Traducción en lenguaje actual, TLA, Sociedades Bíblicas, 2000) 38 Después de esto José, de la ciudad de Arimatea, le pidió permiso a Pilato para llevarse el cuerpo de Jesús. José era seguidor de Jesús, pero no se lo había dicho a nadie porque tenía miedo de los líderes judíos. Pilato le dio permiso, y José se llevó el cuerpo.  39 También Nicodemo, el que una noche había ido a hablar con Jesús, llegó con unos treinta kilos de perfume a donde estaba José. 40 Los dos tomaron el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en vendas de una tela muy cara. Luego empaparon las vendas con el perfume que había llevado Nicodemo. Los judíos acostumbraban sepultar así a los muertos.  41 En el lugar donde Jesús murió había un jardín con una tumba nueva. Allí no habían puesto a nadie todavía. 42 Como ya iba a empezar el sábado, que era el día de descanso obligatorio para los judíos, pusieron allí el cuerpo de Jesús en esa tumba, porque era la más cercana.

INTRODUCCIÓN.  Los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Se nos invita a reflexionar sobre la Semana Santa, la Semana Mayor, la última semana de JESÚS en la tierra, antes de su resurrección e investidura como El Mesías, El Ungido, El CRISTO de la Gloria. Es una oportunidad que se nos concede de reunirnos como Familia de DIOS, como hermanos y hermanas que tenemos un mismo Padre y que somos hermanados por la misma Sangre; Sangre Preciosa del Cordero de DIOS que fue inmolado, sacrificado para darnos Vida Abundante, para traernos “Zoé,” es decir, Vida Plena, Esperanza Viva, Paz en nuestras almas, el “Shalom” del Señor.

EXHORTACIÓN.  Los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Nosotros(as) conocemos la historia, sabemos el resultado final, pero nos sometemos, una vez más, al rito pascual, al evento trascendente, a la reconstrucción de los eventos catastróficos más relevantes y relevantes en la historia de la humanidad nuestra. Una vez más, nos ha tocado prepararnos para eventos conflictivos, dialécticos, controvertibles.

Probablemente, muchas personas que luchamos por preservar o restaurar nuestra salud emocional, en un mundo quebrantado por la violencia y el dolor humano, hubiésemos preferido no ver, ni repetir las escenas terriblemente explícitas de la pasión de Nuestro Maestro. Sin embargo, aquellos eventos de La Semana Santa (“santa” porque manifestó los momentos de mayor sacrificio y dolor para el Mediador de nuestra fe, el Justo muriendo por los injustos, El Santo por los pecadores…) fueron paradigmáticos. Fueron eventos que ilustraron, con capacidad inusual, la trayectoria, el caminar, la jornada, el devenir frágil y efímero que nos ha tocado vivir a cada uno de nosotros(as).   Ninguno de nosotros(as) desea comparar su trayectoria de dolor, la que haya sido, con la pasión de JESÚS, el Deseado por las naciones. Ninguno de nosotros(as) se atrevería a comparar nuestro dolor con aquella agonía, quebranto y miseria que sufriera el Santo e Inocente por nosotros, pecadores.

Sin embargo, es fundamental que reflexionemos sobre nuestro caminar, en anticipación a, a la luz de, en la antesala de, la Semana Santa. No porque creamos posible comparar el sufrimiento del Siervo Sufriente, JESÚS, con nuestro propio sufrimiento, sino porque se hace imperativo detenernos en el camino, hacer una pausa para reflexionar y dedicarle a DIOS un momento, un espacio, un “ratito” para que nos hable a lo profundo de nuestros “Jerusalenes,” de nuestros higos secos, de nuestros pies sucios, enfangados con el lodo de la tierra que es Santa, pero que ha sido manchada con la sangre de inocentes.

Sí, se nos ofrece una oportunidad para que DIOS nos hable en el silencio del Getsemaní nuestro, a lo profundo de nuestros dolores inmensos, profundos, que nos hacen sudar gotas de sangre, lágrimas interminables y gemidos indescriptibles. Si, se nos ofrece una oportunidad para tomar nuestra cruz, caminar por nuestras vías dolorosas, subir a nuestros montes calvarios y tomar vino agrio en vez de agua fresca. Si, se nos ofrece una oportunidad de observar a los burlones, a los angustiadores, a los soldados del terror, a los profetas del miedo y el fracaso, a los amigos escurridizos. Si, se nos ofrece una oportunidad de escuchar los golpes del martillo sobre los clavos de nuestras dolencias, de nuestras manos traspasadas, nuestros costados abiertos, de nuestro clamor; expresado con mayor vehemencia desde la cruenta cruz: “Padre, ¿Por qué me has abandonado?” O desde nuestra necesidad humana, también expresada por el JESÚS Nazareno, “Tengo Sed.”   Finalmente, debemos reconocer que se nos ofrece una oportunidad de escuchar aquellas palabras felices que cambiaron para siempre la tónica de la muerte: “Padre, en TUS MANOS, encomiendo mi espíritu.” Palabras que fueron proféticas del Domingo de Resurrección: ¡CRISTO venció la muerte y ganó la Vida para nosotros(as) PORQUE se entregó a Su Padre!

Los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Por un lado, la noche oscura del alma, el caminar destruido, maltrecho, apabullado, aturdido y, por el otro, el consuelo, la memoria, la restauración, la reconciliación, la liberación, la resurrección, la victoria total.

Si, los creyentes en JESUCRISTO estamos HOY en el ínterin de los acontecimientos. Estamos como en el día llamado “Sábado Santo,” entre la muerte y la resurrección. El Sábado Santo es el día entre el Viernes Santo y el Domingo de La Resurrección. Es un día “perdido” en el calendario de la Iglesia de JESUCRISTO.  Es un día extraordinario, sin embargo. Durante ese día acabamos de pasar el dolor y quebranto del Viernes de la Agonía, Pasión y Muerte de JESÚS. Hemos experimentado quebranto antes de que llegue el Día de la Resurrección, de la Nueva Vida. Después de los eventos traumáticos del Viernes Santo, nos encontramos con un espacio vacío: entre la muerte y la vida. No muertos. Ni vivos. Estamos en el medio, en el ínterin, como los que esperan la mañana, los que esperan a un nuevo día. El reto que se nos lanza es gigante, ¿Cómo vivir en el ínterin?

Allí nos encontramos en demasiadas ocasiones. Enfermedades, médicos, hospitales, muertes, despedidas, violencia, desavenencias, despidos, interrogantes. PERO, nosotros(as) conocemos el final de la historia de la Semana Santa. No terminó “el Viernes,” sino que allí comenzó el Principio del Final. Es decir, allí triunfó la esperanza, la paz, el amor, la Salud, la Plenitud de la Gracia de DIOS para todas aquellas y aquellos que pueden creerle a DIOS.

LLAMADO. No podemos quedarnos en el Sábado Santo, nosotros(as) conocemos el final de la historia de la Semana Santa. No podemos quedarnos en el ínterin de los acontecimientos. No podemos quedarnos en el clamor, tenemos que escuchar la respuesta de DIOS. No podemos quedarnos en la enfermedad, tenemos que pasar a recibir la Sanidad Divina, la Voluntad de DIOS. No podemos quedarnos en el valle de los huesos secos, tenemos que recibir la abundancia del Espíritu de Vida que nos da el Señor. No podemos quedarnos en la tumba fría del amigo de JESÚS, Lázaro, tenemos que salir al escuchar Su Voz llamándonos por nuestros nombres. No podemos quedarnos estáticos delante del Mar Rojo, tenemos que marchar en la confianza de que el que nos invita, va con nosotros(as). No podemos quedarnos en el Sábado Santo, tenemos que amanecer al Domingo de la Resurrección.

No podemos quedarnos en el ínterin de los acontecimientos. Podemos pasar adentro, al lugar Santísimo, a la misma Presencia de DIOS y sentarnos en Su Regazo y susurrarle al oído: “Padre, en TUS MANOS encomiendo mi camino, mi existencia, mi ser, mi familia, mi trabajo, mis necesidades; aquí y ahora.” Amén.  Se nos ha invitado a reflexionar en preparación para La Semana Santa. Caminemos triunfantes con JESÚS a Jerusalén, anticipando la traición, la muerte y su pasión. No nos quedemos afuera, entremos al ruedo con el Señor. No hay por qué preocuparse, ¡El Señor Resucitó! ¡Venció por y para nosotros(as)! Aceptemos el reto: cuando se ponga duro el camino, hagamos una pausa para La Gracia de DIOS. DIOS siempre anda buscando maneras de alcanzarnos con Su Amor y susurrarnos al oído: “Yo te amo, hija mía; hijo mío. Yo estoy contigo, a donde quiera que tú vayas, Yo voy contigo. Confía en Mi”.

domingo, 13 de abril de 2014

Desatando El Burrito, Porque El Señor Lo Necesita

Lucas 19:28 Después de contar esa historia, Jesús siguió rumbo a Jerusalén, caminando delante de sus discípulos. 29 Al llegar a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos, mandó a dos discípulos que se adelantaran. 30 «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. Al entrar, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo aquí. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué desatan al burrito?”, simplemente digan: “El Señor lo necesita”». 32 Así que ellos fueron y encontraron el burrito tal como lo había dicho el Señor. 33 Y, efectivamente, mientras lo desataban, los dueños les preguntaron: —¿Por qué desatan ese burrito? 34 Y los discípulos simplemente contestaron: —El Señor lo necesita. 35 Entonces le llevaron el burrito a Jesús y pusieron sus prendas encima para que él lo montara. 36 A medida que Jesús avanzaba, la multitud tendía sus prendas sobre el camino delante de él. 37 Cuando llegó a donde comienza la bajada del monte de los Olivos, todos sus seguidores empezaron a gritar y a cantar mientras alababan a Dios por todos los milagros maravillosos que habían visto. 38 «{¡Hosanna, Hosanna, Hosanna!} ¡Bendiciones al Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo y gloria en el cielo más alto!». 39 Algunos de los fariseos que estaban entre la multitud decían: —¡Maestro, reprende a tus seguidores por decir cosas como ésas! 40 Jesús les respondió: —Si ellos se callaran, las piedras a lo largo del camino se pondrían a aclamar. (NTV)

INTRODUCCIÓN: "Lo torcido se endereza y lo muerto resucita" porque el Señor los necesita. “Porque el Señor lo necesita.” 

Texto Clave: 29 Al llegar a las ciudades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos, mandó a dos discípulos que se adelantaran. 30 «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. Al entrar, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Desátenlo y tráiganlo aquí. 31 Si alguien les pregunta: “¿Por qué desatan al burrito?”, simplemente digan: “El Señor lo necesita”». 32 Así que ellos fueron y encontraron el burrito tal como lo había dicho el Señor. 33 Y, efectivamente, mientras lo desataban, los dueños les preguntaron: —¿Por qué desatan ese burrito? 34 Y los discípulos simplemente contestaron: —El Señor lo necesita.

El tema de este sermón es: "Desatando el burrito porque el Señor lo necesita."

¿Cuántas veces hemos pensado que Dios necesita algo? ¿El Dios Todopoderoso, necesita algo nuestro? 

En Isaías 40:13-15 (Nueva Traducción Viviente, NTV) dice: 13 ¿Quién puede dar consejos al Espíritu del Señor? ¿Quién sabe lo suficiente para aconsejarlo o instruirlo? 14 ¿Acaso el Señor alguna vez ha necesitado el consejo de alguien? ¿Necesita que se le instruya sobre lo que es bueno? ¿Le enseñó alguien al Señor lo que es correcto, o le mostró la senda de la justicia? 15 No, porque todas las naciones del mundo no son más que un grano de arena en el desierto. No son más que una capa de polvo sobre la balanza. Él levanta el mundo entero como si fuera un grano de arena.”

Al contrario, ¿Verdad?, ¡Nosotros somos los que NECESITAMOS DEL SEÑOR! Aquí hay otra manera de entenderlo: ¿Qué necesita (precisa, requiere, exige, solicita, demanda, apremia, urge) Dios de ti y de mí? ¿Qué cosas, pensamientos, costumbres, prejuicios, talentos, ideas, pasiones, talentos, tendremos que soltar hoy para que el Señor pueda utilizarlas? ¿Qué entuertos tenemos que enderezar hoy para que caiga la bendición reservada para esta Casa? Y ¿Para tu casa? ¡Jesús lo necesita! 

Dice la Escritura que Jesús le dijo a Zaqueo, (Lucas 19:5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.”) La versión NTV dice "porque debo (o necesito) hospedarme en tu casa". En la lección que leímos para hoy, Jesús le dice a sus discípulos, 31 Y si alguien les pregunta por qué lo desatan, díganle que el Señor lo necesita.” 

Lo que debemos entender es que Dios nos necesita para Su obra. Es más, ¡nosotros nos necesitamos los unos a los otros! En la orquesta de Dios se necesita armonía entre todos los instrumentos, pero ese es el tema de otro sermón. Algún día lo compartiré (si me invitan de nuevo después de que hoy les he llamado "burritos".)

Volvamos al texto. Los discípulos fueron y desataron el burro porque el Señor lo necesitaba. ¿Qué tendremos nosotros(as) que desatar (destrabar, desprender, desligar, soltar, liberar, anular, desamarrar) para que el Señor lo pueda usar? ¿Qué aspectos, actitudes, conocimientos, destrezas, ideas, estrategias, métodos, pasiones, etc. tendremos que desatar hoy para que el Señor pueda usar nuestras vidas en la construcción y expansión de Su Reino, aquí y ahora? ¿Qué tendremos que dejar ir esta Semana Santa para que el Señor pueda usar nuestras vidas?

1. El burro es un animal de carga. Es una bestia de carga. Esa es su función, cargar paquetes, bultos, sacos y gente. El burro no es un corcel. No es un caballo. No es un hermoso ejemplar de Paso Fino. No es una yegua, ni una potranca. El burro es burro, asno, mulo, una bestia de carga. Es quizás uno de los animales más sencillos que existen en función de la agricultura. De hecho, cuando a uno le dicen que es “un burro,” lo están ofendiendo (a uno, no al burro.) 

Para el mundo, ser un burro es ser un necio, un lerdo, un torpe, un ignorante, un grosero, un bárbaro, un irracional, un inservible. Uff! ¡Está malo esto, yo no quiero ser un burro! Pero, la realidad es que en nuestras vidas hay muchos burros amarrados y que hemos cometido muchas burradas (“bestialidades”) en nuestras vidas. ¿No sé si habrá algún Amén ahora? La realidad es que le hemos permitido a nuestra mente y a nuestro corazón que se ate con muchas burradas. Hay muchos burros que soltar en nuestras vidas. Yo cargo con unos cuantos todavía y le pido a DIOS que me permita ir soltándolos en el caminar con ÉL. ¡Ahora si debe haber “amenes” en la Casa de DIOS! La gracia de Dios continúa obrando sobre nosotros(as) para ayudarnos a alcanzar la perfección cristiana, la santificación.

2. En nuestra historia bíblica, se nos habla de un burro, de un sencillo asno. No sabemos que este burro fuese especial, que tuviese siete patas o que tuviese mayor inteligencia que los demás burros. No se nos dice que era “especial.” Solo que en esta ocasión había una diferencia: este burro serviría (porque era necesitado) para cargar al Rey de la Gloria que entraba a Su Ciudad Santa: Jerusalén (en donde entregaría su cuerpo y preciosa sangre por nosotros, pecadores.) 

Me imagino que todos ustedes entienden la diferencia entre entrar a Jerusalén montado en un burro y no en un corcel, o en un hermoso caballo de la caballería monárquica. 

Si; la verdad es que Jesús se humilló hasta el final. Aunque sus seguidores le recibieron con palmas y gritos de ¡Hosanna!, Él se humilló, igual que lo hizo en el pesebre; igual que lo hizo en la barca de los pescadores, igual que lo hizo en La Cruz, igual que lo hizo cuando te rescató a ti y a mí. ¡Se humilló hasta lo sumo, hasta la muerte! ¿Sabes para qué? ¡Para demostrarnos que hay que ser obedientes al Padre! Fuimos creados como hijos de DIOS con un proyecto divino; con una imagen y semejanza divina: que seamos como Jesús, todo misericordioso y amoroso. (O B D C.)

3. Jesús ordenó a sus discípulos que fueran a buscar el burro y si alguien les preguntaba, que le dijeran que “El Señor lo necesita.” (Lc. 19:31.) Yo no sé si sus Biblias son como la mía, pero en la mía dice que Jesús le dijo a los discípulos que respondieran: ”porque El Señor lo necesita.” Mi Biblia dice que los discípulos obedecieron a Jesús. 

Jesús necesita tu pasión y la mía para hacer la Obra de DIOS en esta tierra:

• Amar (sirviendo) a los que nadie ama, a los invisibles, a “los inservibles”, a los pequeñitos del Señor;

• Jesús te necesita a ti y a mí para hacer la Obra de DIOS en esta tierra, es decir, para predicarles el evangelio del arrepentimiento y el perdón de pecados a los pecadores (los que más necesitan aceptar la gracia de Dios; si, porque los que no pecan, no necesitan de la gracia de Dios; si porque gracia es recibir lo que no merecemos (el perdón) y misericordia es no recibir lo que merecemos (condenación); ah, pero no le digamos eso a la gente (¡! ¿?)),

• Jesús te necesita a ti y a mí para hacer la Obra de DIOS en esta tierra, es decir, manifestar, testimoniar, alabar a Dios a través de la vida eterna que disfrutamos desde que aceptamos a Jesús como nuestro Salvador y Señor,

• Testimoniar por todas partes y a todo el mundo lo que significa la bendición de ser llamados “hijos e hijas de DIOS,”

• Amar y hacer misericordia, como DIOS ama y hace la misericordia,

• Ser canales de bendición y no de televisión, ni de maldición.

4. Jesús nos necesita: ¿Cuál será nuestra respuesta hoy? ¿Qué cosas tendremos que desatar para que Jesús las pueda usar? ¿Cuántas cosas tendremos que des-atar, soltar, desligar, desencadenar, liberar para que Jesús pueda usar nuestras vidas en la construcción y expansión de Su Reino, aquí y ahora?

¿Será el temor? ¿Será la baja estima? ¿Será la religión antigua? ¿Será la comodidad? ¿Será el resentimiento contra los hermanos y hermanas? ¿Será el resentimiento contra las personas que piensan diferente a nosotros? ¿Será la ira acumulada contra los que nos hirieron? ¿Será la confusión causada por nuestra propia mente? ¿Será el talento que DIOS nos ha dado y que lo hemos guardado, inmovilizándolo? ¿Será el llamado a servir al Señor el cual hemos reprimido por miedo al “qué dirán”?

5. ¿Cuál será nuestra respuesta al llamado de DIOS de que necesita de nosotros(as) para hacer Su Obra, aquí y ahora?

• ¿Qué cosas tenemos que desatar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que soltar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que desligar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que desencadenar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que separar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que desabotonar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que desprender hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que desenganchar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que liberar hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que anular hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que deshacer hoy para que Jesús las pueda usar?

• ¿Qué cosas tenemos que dejar ir hoy para que Jesús las pueda usar?

6. Amados y Amadas: No podemos seguir como vamos. No podemos entrar a la Semana Santa como estamos. No podemos conformarnos con lo que hemos alcanzado, aunque sean “grandes logros” para la sociedad. Hay algo en nuestras vidas que tenemos que desatar hoy para que Jesús pueda usar nuestras vidas para Su Propósito Divino. ¿Amén? ¡Amén! 

Yo prefiero creerle a DIOS y pensar que DIOS tiene un plan divino conmigo y con cada uno(a) de nosotros(as). Yo les invito a pensar que DIOS tiene algo bueno para cada una de nuestras vidas. DIOS es el DIOS de la Misericordia, porque ¡Para siempre es su misericordia! ¿Se oye algún Amén en la Casa de DIOS?

LLAMADO

Hace tiempo que DIOS nos ha estado hablando de creerle a DIOS, a Su Palabra, a Su Voz. No podemos seguir negándole a DIOS lo que DIOS nos pide. Si DIOS solo nos pide que dejemos ir nuestras propias opiniones humanas sobre ÉL (y creamos a Su Palabra que nos dice que “para siempre es Su Misericordia.”) Si DIOS solo nos pide que des-atemos nuestros entuertos, nuestros líos mentales, nuestros enredos filosóficos; nuestras complicaciones teológicas y aceptemos que DIOS nos quiere usar para Su Buena Obra, Su Obra a favor de los menos afortunados, sus pequeñitos, de los que no saben todavía que DIOS les ama, de los que no saben todavía que son importantes para DIOS. ¿Por qué nos aferramos a unas ideas negativas, baratas, de conflictos y oposiciones y no obedecemos a DIOS que nos llama a Su Casa, a Su Servicio, a Su Reino, a Sí Mismo? Somos invitados a construir el Reino de Dios, aquí y ahora!

No entremos a la Semana Santa sin antes decidirnos creerle y obedecer a DIOS y desatar los burros que nos impiden acercarnos a DIOS con conciencias limpias, mentes agradables, relaciones puras y corazones dispuestos y disponibles para servir al Rey de la Gloria. ¡Entonces podremos poner nuestros mantos sobre la tierra para que entre el Rey de la Gloria!

Si nosotros callamos, las piedras hablarán.

LA HISTORIA DEL BURRO

Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar qué hacer. Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo. Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al burro que estaba dentro del pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después que le habían echado unas cuantas palas de tierra.

El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio. Con cada pala de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble, se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra. Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando...

MORALEJA: La vida nos va a tirar tierra, todo tipo de tierra. El truco para salir del pozo es sacudírtela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos. Usa la tierra que te echan para salir adelante.

Recuerda estas 5 reglas:

1- Libera (desata) tu corazón del odio.

2- Libera (desata) tu mente de las preocupaciones.

3- Simplifica (desata) tu vida. Vive simplemente, para que otros simplemente puedan vivir.

4- Da más y espera menos. Aprendamos de DIOS: solo nos pide COMO-DI-DAD. "Como Yo di, así vosotros dad." (Desata tus finanzas.)

5- Ama más (desata las cuerdas que te impiden amar) y, sacúdete la tierra porque en esta vida hay que ser parte de la solución, no del problema.

Al venir al Altar, libérate de todas las ataduras, desata todas las ligaduras, las amarras, los entuertos y, sencillamente, ven a los pies del Señor. EL te invita, en Memoria de ÉL.