martes, 24 de noviembre de 2020

Aprendiendo en la Escuela de la Humildad

En el 1er Libro de Crónicas, dice que cuando David se despidió de su pueblo, dejando a su hijo Salomón como rey y encargado de Israel, le dijo a su pueblo que Salomón sería responsable de construir el Templo para Dios.  Entonces pronunció este famoso discurso: (29:10-17)

Asimismo se alegró mucho el rey David, y bendijo a Jehová delante de toda la congregación; y dijo David: “Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro padre, desde el siglo y hasta el siglo.  Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas.  Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos.  Las riquezas y la gloria proceden de ti, y tú dominas sobre todo; en tu mano está la fuerza y el poder, y en tu mano el hacer grande y el dar poder a todos.  Ahora pues, Dios nuestro, nosotros alabamos y loamos tu glorioso nombre.  Porque ¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.  Porque nosotros, extranjeros y advenedizos somos delante de ti, como todos nuestros padres; y nuestros días sobre la tierra, cual sombra que no dura.  Oh Jehová Dios nuestro, toda esta abundancia que hemos preparado para edificar casa a tu santo nombre, de tu mano es, y todo es tuyo.  Yo sé, Dios mío, que tú escudriñas los corazones, y que la rectitud te agrada; por eso yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora, ha dado para ti espontáneamente.”

Todo lo que tenemos lo hemos recibido de su mano.

Todo es todo.  Todo lo que poseemos lo hemos recibido de la mano de Dios y, por lo tanto, tenemos la responsabilidad de cuidarlo.  Todo lo que tenemos hay que cuidarlo como un tesoro especial, como una perla de gran precio, como una gran dádiva de Dios.  Todo.

Todo es de Dios y lo que tenemos lo hemos recibido de su mano y somos responsables de cuidarlo, multiplicarlo y darlo de regreso a Dios con frutos, con intereses, con ganancia, con grandeza, al Dueño, al Señor, a Dios.  Por eso, cuando usted termine de leer este libro y, más aun, mientras lo lee, usted debe ser bendecido(a), feliz.  Porque eso es lo que he recibido y eso quiero dar, voluntariamente.

La Autoridad Delegada.

Entre las muchas cosas que Dios nos ha dado está la autoridad, “el permiso,” para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10.)  Dios delega su autoridad (la facultad, el privilegio) a sus siervos y siervas, a sus hijos e hijas para que sean agentes, representantes, delegados de la autoridad de Dios.  La autoridad sigue siendo de Dios.  Pero, Dios la delega a sus siervos(as) para que la ejerzamos, la practiquemos, la ejercitemos, la profesemos, la realicemos; en Su nombre y para Su gloria. 

Uno de los ejemplos más espléndidos de cómo Dios delega Su autoridad es la experiencia del llamado de Dios a Moisés (Éxodo 3.)  La autoridad delegada por Dios tomó la forma de una vara de pastor en el Monte de Dios (Éxodo 4:1-5).  La vara del pastor Moisés se convirtió, eventualmente, en La Vara de Dios (Éxodo 4:20.)  Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová.  2 Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió: Una vara.  3 El le dijo: Échala en tierra.  Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.  4 Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola.  Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.  {¡DIOS LA CONVIRTIÓ!}  5 Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.  {Dios convierte lo malo en ti y te usa para que muchos crean; convierte tus lamentos, en bendición para los demás.  Así, te conviertes en el suave aroma de Cristo para los demás.}  Luego, dice la Escritura que (Éxodo 4:20) “Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto.  Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.”  {¡Ya no era su vara, sino la vara de DIOS!}

Lo que nosotros(as) hayamos traído al monte (a los Pies del Maestro, a la Iglesia), Dios lo convierte en Vara de Dios, autoridad delegada por Dios.  Moisés trajo su vara y Dios la convirtió en Vara de Dios.  Con esa vara se realizaron muchas hazañas y señales de Dios, tanto en Egipto, como en el desierto.  Por ejemplo; con esa Vara se abrió el Mar Rojo y también se abrió la peña para que brotara agua. 

En el Salmo 23, dice que si Dios es nuestro Pastor “…nada nos faltará…”  Todo es de Dios.  Todo.  Por eso, podemos afirmar que nada nos faltará.  Todo lo que tenemos lo hemos recibido de su mano.  Hemos recibido autoridad (la Vara de DIOS) para ejercer como siervos(as) del Dios Altísimo.

El Llamado.

Todos(as) somos llamado(as) a tomar la autoridad delegada por Dios para bendecir a los demás.  En la Epístola de Pablo a los Romanos (1:1) dice: "PABLO, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de DIOS…"  Es decir, que cuando uno es llamado por Dios, es para llevar buenas noticias, bendiciones, ánimo, consuelo, restauración, sanidad, liberación, perfume (es decir, “el suave aroma de Cristo”) a los demás. 

Llamados quiere decir: sellados, escogidos, separados, salvados para ser de bendición para los demás.  Hemos sido perdonados, para perdonar.  Hemos sido restaurados, para restaurar.  Hemos sido reconciliados, para reconciliar.  Hemos sido animados(as) para animar a los demás.

Se nos dio ánima (“Pneuma,” espíritu de vida, en Cristo.) Se nos dio Espíritu Santo, espíritu de la verdad, de consolación.  Cristo nos hizo libre; nos dio salvación y bendiciones para compartirlas con los demás.  Somos llamados(as) para restaurar; para orar por los(as) demás; para depositar lo que Dios nos ha dado (todo) para bendecir a todos(as) los(as) demás.  A eso fue llamado el pastor, la pastora, el líder de la iglesia, todos y todas, nosotros(as) que hemos aceptado a Jesucristo como Señor de nuestras vidas. 

Somos llamados(as) para bendecir a los demás.  Dios quiere usar todas nuestras experiencias (vivencias, buenas y malas) para bendecir a los demás.  "Consolad con la consolación con que fuisteis consolados" (2 Corintios 1:4).  Si Dios nos dejó pasar por la tormenta, es porque Dios quiere sacar algo bueno de nosotros(as).  Si no fuese así, Dios nos hubiese dejado perecer en la tormenta.

Recordemos que tenemos este tesoro en vasos de barro, llevando la muerte de Cristo por todas partes para que la vida de Cristo se manifieste y Su Nombre sea glorificado.  Somos llamados(as) a ser bendición de Dios para todas las personas que entren en contacto con nosotros(as).  Éste es el propósito de Dios; de esta manera adoramos bendecimos, agradamos, nos parecemos más a Cristo.  ¡Que privilegio, que autoridad, que bendición se nos concede!

Llamados(as) para bendecir.  Donde quiera que vayamos, Dios nos llama a bendecir a los demás con todo lo que hemos recibido.  Bendecir, aunque hayan sido experiencias difíciles.  Aunque nos haya dolido.  Es propósito de Dios que seamos de bendición para los demás.  Bendecir a los demás incluye que oremos por los demás, sin esperar nada a cambio.

La Escuela de la Humildad.

En Romanos 8:28, leemos: "Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados."  Seamos, pues, “tubería,” conducto de Dios, para llevar bendición a los demás.  Dios nos pastorea para que nosotros pastoreemos a otros y otras.  Todos y todas, no solo el pastor(a) somos llamados(as) a cuidar, a alimentar, a sanar, a restaurar, a bendecir, a orar, a hacer justicia, a tener misericordia, a animar a los demás. 

No se preocupe por cómo va a realizar estas obras, recuerde lo que dice el Salmo 23:3 “{El Buen Pastor} …confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.” 

En relación con los demás, la presencia de Dios, Su bendición, Su restauración, Su sanidad, Su justicia, Su autoridad y Su misericordia, se practica cuando estamos dispuestos a dejarnos interrumpir por Dios y que Dios nos use como Dios quiera, cuando quiera y con quién Dios quiera.  Esto es parte de “la escuela de la humildad.”  Así se dejaron interrumpir los Caminantes a Emaús y las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús. Así hemos sido “interrumpidos” nosotros(as) tantas veces (“El bien y la misericordia me {per}seguirán todos los días, hasta que llegue a la Casa de Papá.” Salmo 23:6). 

Cristo nos ofrece el privilegio de ser Su presencia en la vida de quienes necesitan nuestra ayuda.  No te preocupes por quién eres tú; preocúpate y ocúpate por ¿De Quién eres tú? y ¿Quién va contigo?  En Éxodo (3:11-12), dice que: “Entonces Moisés respondió a Dios: “¿Quién soy yo, para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?”  Y ÉL le respondió: “Ve, porque YO seré contigo.”

Philip Yancey, ha definido la gracia de Dios en estos términos: "La gracia de Dios quiere decir que yo no puedo hacer nada para que Dios me ame más, ni puedo hacer nada para que Dios me ame menos.  Dios ya me ama y he recibido una invitación especial para estar en su mesa, para celebrar la victoria del Señor.”[1]  Hemos sido matriculados(as) en “la escuelita de la humildad” y nuestro Maestro nos ama y nos espera...

Por eso, debemos seguir su consejo: “Antes que cualquier cosa, adquiere Sabiduría (de DIOS) y buen juicio.  Ámala y te enaltecerá; abrázala y te honrará; te obsequiará con la más bella guirnalda y te coronará con ella” (Proverbios 4:7-8).

El favor de Dios, su gracia, hará que la gente se salga de su camino para buscarnos y favorecernos.  Hará que hagan excepciones a favor de nosotros(as).  Hagamos nosotros(as) lo mismo con los demás.  Declaremos y vivamos por fe la siguiente declaración: “Mi familia y yo tenemos el favor de Dios, somos parte de la mucha gente que Dios ama; su gracia nos ha alcanzado y bendecido; por eso, seremos de bendición para los demás.  Así nos ayude Dios.” 

Esta es la Escuela de la Humildad.  Ya sonó el timbre de entrada…



[1] Philip Yancey, Gracia Divina Vs. Condena Humana, Editorial VIDA, 1998.

lunes, 16 de noviembre de 2020

Innovación en la educación

Cada día me percato con mayor claridad que el constructo social al cual llamamos ”innovación” es el concepto mas temido por las personas vinculadas a la educación pública y que solo  anhelan continuar gozando de sus privilegios en menoscabo de los educandos.  


Las personas dedicadas a la educación y al pleno desarrollo integral de las niñez (Derecho Constitucional de la niñez y la juventud, Carta de Derechos Civiles de la Constitución del Estado Libre Asociado de PR) deberían entender que todos sus esfuerzos tienen que ir dirigidos a esa meta; que esa es la filosofía educativa que tienen que asumir y defender.  


Para lograr acercarse a esa meta, tienen que dedicar recursos, esfuerzos, tiempo, a la investigación y desarrollo de innovaciones que le permitan a los educadores educar y a los educandos educarse.  Todos tenemos que aprender para aprender.  Solo el cambio es permanente, todo lo demás cambia.  


No sirve criticar la realidad objetiva que nosotros, los adultos, le dejamos en herencia a nuestra niñez y juventud.  Si a nuestros educandos les gusta mas ver que leer, pues hay que estudiar cómo planificar estrategias educativas efectivas para esa población.  Habrá educandos que les gustará mas leer que ver, pues para esos también hay que desarrollar estrategias adecuadas innovadoras.


Hay que educarnos.  Un pueblo educado es un pueblo que investiga para aprender a innovar, para promover el cambio. 


Que así nos ayude Dios.


Pregúntenle a una empresaria o empresario si ellos consideran nunca cambiar la forma en que hacen negocios.  Cualquier profesional, dependerá de estudiar cómo van cambiando las cosas, el mercado, la clientela, los beneficiarios de sus negocios, para determinar qué cambios, que innovaciones tiene que realizar para mantenerse actualizado y efectivo en su profesión.  ?Cuando aprendiste a usar una computadora en tu vida?  ?Fue efectivo ese cambio?  Solo en educación vemos que las respuestas son negativas. Es que en PR convertimos la educación en el negocio de la política. ?Sabes cuánto porcentaje del Presupuesto se dedica al DE en PR?  Es la vaca sagrada de los partidos politicos que asumen el poder cada cuatro años.

Aspectos del estudio de la Filosofía

 Tradicionalmente, el estudio de la Filosofía se divide en cuatro aspectos: Lógica, Ética, Epistemología y Estética. Obviamente, cada aspecto estudia una multitud de constructos socialmente desarrollados que procuran entender, conocer, propiciar una convivencia sana. Aquí les ofrezco un brevísimo resumen que pueda crear interés en conocer mas.


Lógica se puede definir como la forma correcta de pensar. No hay una sola manera de pensar correcta, sino varias. Ejemplo: lógica deductiva, lógica inductiva, lógica experimental, etc.


Ética se puede definir como la forma correcta de actuar.  También se usan conceptos o constructos como: principios morales, rectitud, valores, etc.


Epistemología se puede definir como la forma correcta de aprender. Este aspecto de la filosofía procura entender cómo aprende el ser humano. Cómo desarrolla nuevos conocimientos y entendimientos sobre su realidad cambiante para adaptarse o transformarla. Términos como pedagogía, andragogía, epistemologia genética, educación, etc.


Estética se puede definir como la forma correcta de producir y apreciar lo que socialmente aceptamos como belleza, arte, placer, complacencia, etc.  Es la forma correcta de presentar y presentarse; de apreciar y criticar lo apreciado.


Bueno, hasta aquí mis cuatro centavos de contribución a la filosofía. Deseo fervientemente que los lectores sientan interés por aprender mas cada día. Creo que una de mis misiones en esta vida es animar y estimular que todos anhelemos aprender a aprender para ser mejores seres humanos. Aprendiendo a aprender,


Gracias.

Deserción Escolar o Abandono?

 Hace muchos años comencé a estudiar Pedagogía (1971 +/-).  Siempre me intrigó el concepto “deserción escolar.” No me caía bien. Procuré estudiarlo más y encontré una respuesta. No es deserción. No es que el alumno deserta la escuela. Es que el sistema, la escuela, lo pierde o, peor, lo tira a la calle. El sistema no es solo la administración, ni la facultad, incluye las demás variables como familia, comunidad, instituciones culturales, etc.  Cuando un sistema educativo no está diseñado para educar, sus miembros más frágiles, los educandos, son los que más sufren pues quedan desprotegidos, sin oportunidades, faltos de aprecio, tildados de “desertores”, traidores, en fin, son lanzados a la vida sin preparación, sin defensa. 


¿Por qué culpamos a las víctimas? ¿No sería más adecuado dedicar más investigaciones, más recursos, más innovaciones para ofrecer a nuestra niñez y juventud una educación que propenda al pleno desarrollo de su personalidad y al disfrute de sus libertades y derechos? Así reza la Carta de Derechos de este País. 


No me explico cómo permitimos que nuestro más preciado tesoro como nación, que son la niñez y la juventud, se tire al desperdicio mientras gastamos los recursos en “otras” cosas. No es tiempo de celebrar, sino de trabajar por la vida de nuestro pueblo. 


Dios está presente.